Solo el aroma de la tierra puede devolvernos una parte de lo que vamos perdiendo a lo largo del tiempo, de los dias, de las horas. Solo el empalme lento de la soledad puede transformar en sabiduria una mala pasada, un enlace, un trunco final. La tierra mojada de la mente escapando a su aroma, la polvora y la polvareda. La noche inorganica, su sustancia. Obedece el cuerpo a esta agonia de la lucha clandestina en encuentro con lo que parece ser la contracara de una verdad manchada. Solo el aroma de lo inerte se refugia en nosotros para quedarse. Y permanecemos, asi, presentes, como desvastados.
Un comentario sobre “La tierra”
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Es verdad Celeste. La profunda existencia del tiempo terrestre nos abunda de sustancia inorgánica y sensorial. ¿Quién no ha padecido nunca la agonía clandestina del aroma de la tierra mojada por todos los ríos de nuestra corriente sanguínea?. Me encanta tu forma de escribirlo y de sentirlo. Besos, Celeste.