Sin embargo, cuando salí de mis cálculos y la hallé frente a mi, y caí en todos esos ademanes torpes e incontrolados, vislumbré por lo menos que la única salida para escaparme fructuosamente del ridículo era decir lo que dictara la inspiración del momento y nada más,olvidándome de los discursos preparados y las encrucijadas previas.
(pág 68. La Tregua)