Cambia el paisaje de la vida cuando se habita de presencias. Quizá, esas que son más íntimas y que conocen nuestro corazón por participar de sus latidos. He visto el desgaste de lo humano, entre negaciones y búsquedas de gloria; pero cuando hablamos de verdad (palabra hermosas utilizada con poco sentido común) nos encontramos directamente con nosotros mismos. Sé que podemos ser testigos de una presencia profunda con la cual participar. Sé que el hombre ausente de sentimientos religiosos mira hacia el cielo y parpadea en búsqueda de algún punto indeterminado. Sé que todo intento de hacer de la humildad el soporte de cuanto nos permite renacer recorrerá mil paisajes, aunque la marabunta ruja detrás de las economías, de los sillones y de las altas torres.
Decía un poeta oriental, que el último aviso para que laves tu rostro, puede llegarte en el desierto. Medito sobre la necesidad de llenar de esperanza las cantimploras, preparadas para cualquier viaje, y abriendo su cierre, verter el agua sobre las manos para estar dispuesto.
Un comentario sobre “LAS PRESENCIAS”
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Y beber, amigo Geko, beber de las esperanzas. Es muy importante saber que las presencias de los caminantes son esas esperanzas que bebemos desde las cuencas de nuestras manos. Preparados para vivir en el futuro… debemos ser conscientes de que podemos recuperar sueños del pasado. Es un punto de retorno a esa edad que llevamos siempre dentro y que, por las cosas de Dios, se hace visible en nuestro exterior ese Dia D y hora H en que volvemos a renacer en los caminos. Muchos ven sólo sus economías, sus sillones de oropeles amplios y esas altas torres que han edificado gracias a la explotación de los que han tenido que soportar sus despotismos y, claro está, no pueden distinguir entre lo que es ser joven y los que es ser sólo apariencia de joven. Quizás me hayas comprendido lo que quiero decir. Somos, como dices en tu buen texto, testigos de una presencia profunda con la cual participar. En efecto, participamos de nuestro nuevo descubrimiento y somos, entonces y por Fe, capaces de recorrer mil paisajes renovando nuestro espíritu. ¿Y qué es, amigo Kreko, una renovación del espíritu total? Volver a ser quienes fuimos y volver a llenar nuestras cantimploras de agua viva. Vivir esta eterna existencia con la humildad suficiente que teníamos a los 18 años de edad y que hemos vuelto a recuperar en todo su esplendor físico y espiritual. El poeta oriental llevaba razón. Pero en el mundo occidental todavía muchos lo desconocen porque no se lo creen. ¿Sabes que en la marabunta se comen los unos a los otros? Un abrazo amistoso, Greko.