No existes, porque no eres sino la densa ola
de un mar anegado de dolor.
Tus manos comprimen la extrañeza de un corazón
confundiendo su tacto,
albergando supuestos,
integrando repetidas frases, sobre el pabellón de los dioses.
Se abrasa la Nada entre caricias inventadas.
Presuntos homicidad de cualquier bondad,
se pasean orgullosos entre aplausos deliberados
y un supiero horizontal,
se asoma al quicio de cualquier ventana,
llamando sin nombre a la última marea.
Un comentario sobre “Leve fragilidad que nos quiebra”
Deja una respuesta
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.
¿Te lo digo? Es bueno.
De nuevo te encuentro indagando en la absurdidad de estar vivo.