Lina (para Liliana Del Castillo Rojas)

Nos besábamos los dos sobre el trigal, junto a la fuente que, desde el cerro, hacía bajar sus limpias aguas hasta el abrevadero de las caballerías. El sol hacía lucir tu rostro divino y yo te perennicé en aquella fotografía que siempre está dentro de mi corazón. Con tus 16 años de edad en los labios yo te besé sin tener temor alguno. A mis 18 años de edad no iba yo a dudar en poseerte. Y esa fotografía, tú risueña mientras el Tío Cruz andaba por los montes silbando a sus ovejas y Rafa nos acercaba con su automóvil hasta la ciudad, sigue siendo siempre el centro de mi corazón. Ninguna razón tengo yo para ocultarte y ninguna razón tienes tú para esconderte.

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