Cuando miramos el mundo con los ojos internos de la introspección es cuando la persona se encuentra más cerca de alcanzar la sabiduría transmitida a través del equilibrio de los pensamientos, porque dejamos de pensar en los intereses de las apariencias y penetramos en la verdadera y honda condición de la vida humana. Para ello es necesario el equilibrio entre nosotros y todo lo demás: la contemporización de ver lo que hay de valioso en cada humano y ofrecerse las oportunidades necesarias para empatizar con las verdades no prejuiciosas y las realidades exentas de análisis condicionantes previos. Es importante aprender a vivir los propósitos del conocimiento desligado de cualquier tensión o pasión discordante. Cuando somos un “cuadro en blanco” es cuando podemos interpretar la trascendencia de nuestra personalidad propia tamizada por los contrastes con todo lo externo a nosotros.
Siempre estamos creciendo… pero para que ese crecimiento sea valioso no debemos perder el equilibrio de nuestros pensamientos para encontrar la evolución que nos formatiza como emulsores de personalidad. Lo que sea que hagamos en este sentido siempre será una acumulación de experiencias positivas de las cuales obtenemos resultados de sabiduría con ciertos niveles (más o menos elevados según hallan sido las trascendencias obtenidas con tales experiencias), pero siempre debemos ir graduando con naturalidad nuestra maduración psíquica. Somos nosotros mismos quienes obtenemos el equilibrio natural de nuestros pensamientos cuando podemos ver las cosas no sólo desde nuestro propio punto de vista (lo cual es ya importante)y con las ideas a las que nos hemos acostumbrado, sino también desde todos los lados posibles… porque el pensamiento de un solo lado no tiene equilibrio en sí mismo.
Yo creo, como señalan los sufíes, que la conciencia está libre del cuerpo y de su confinamiento físico. Cuando liberamos equitativamente la conciencia de nuestro cuerpo físico hemos llegado a lo más alto de nuestra propia experimentación personal. Eso es encontrar el equilibrio de nuestros pensamientos.
No hablo de sentimientos profundos del corazón ni de éxtasis espiritual, porque lo que hace iluminada a una persona es el equilibrio de haber aprendido a conocerse a sí misma en el contexto general y natural de la existencia. La vida está siempre en continuo movimiento y por eso yo creo que la búsqueda de la perfección relativa (toda perfección es siempre relativa y depende de factores muy subjetivos) no es la quietud ni la inercia sino la evolución natural de nuestro equilibrio interno; eso que nos lleva a la actividad evolutiva a través de la percepción de las cosas y de la concepción de las mismas. Porque el equilibrio debe ser lo natural y ese hallazgo depende de la dirección que tome nuestro pensamiento.
Todo lo de afuera debe depender de nuestra estado interior y no a la viceversa ya que si nuestra interioridad depende de lo externo estamos mediatizados y alienados con visiones ajenas a nuestro propio pensamiento. Lo que importa en la libre dirección de nuestras vidas es el equilibrio natural. Lo que nos da seguridad. Lo que algunos llaman personalidad.
Vi un niño que llevaba una luz.
Le pregunté de dónde la había traído.
El la apagó y me dijo:
“Ahora dime tú dónde ha ido”.
El equilibrio interior, el amor, son el alma del universo, y esta alma no conoce límites, abarca todas las personas, todos los países. un beso Diesel.
El equilibrio, la calma, cuesta tanto conseguirlo y no solo por factores externos sino mucho más por los internos, nosotros mismos a veces somos los que nos desequilibramos. Vivimos en un mundo tan falto de valores que es dificil encontrarse a uno mismo. Pero despacito lo vamos consiguiendo. Un beso. Alaia