No apresures el movimiento imposible de los astros,
ni señales nube que no cumpla tu deseo,
ni derrames lágrimas, que al suelo ciegan
y nacen fuentes.
Dame la voluntad creciente de un amor
que acuna entre la espuma lunar de un beso en el silencio.
¡ Cómo, pudiendo haber perdido el horizonte,
herido de amor, renaciste en primavera !
Vez primera en la que el decir giró en vertiginoso
movimiento y nació vida,
verde esperanza que acaricia las espumas de mar,
las altas hierbas y la diminuta flor
que tu nombre lleva.
Y al caer la tarde, hoy presente, como tantas veces,
el silencio de tus pasos marcará el ritmo de las horas,
las estaciones cambiantes y los cantos sublimados de las aves.
Al suspiro de seda de tus manos
uno el gesto abarcador de lunas y lloviznas,
prendedor de primaveras,
eternidad en la constancia,
por esa razón, y no por otra,
hoy por ti la voz dice,
y ya no calla.
Excelente, Greko. Ese empezar por no apresurar el movimiento y ese final de no callar jamás aunque el silencio presida la poética escena. De nuevo te felicito, Greko. Es poesía todo lo que rezuma en nuestros sentimientos.
Dices: “Dame la voluntad creciente de un amor que acuna entre la espuma lunar de un beso en el silencio”. Yo pienso que un beso nunca es un silencio aunque se exprese en el silencio de la noche. Un beso siempre conlleva un mensaje implícito. Lo explícito es el silencio; pero lo implícito es un mensaje tanto si es un beso amoroso como si es un beso traidor. Un beso significa mucho más que el hecho físico de darlo.
Unos cuántos versos más abajo tú mismo reconoces dicho mensaje: “Al suspiro de seda de tus manos uno el gesto abarcador de lunas y lloviznas, prendedor de primaveras,eternidad en la constancia, por esa razón, y no por otra, hoy por ti la voz dice, y ya no calla”. Efectivamente, el mensaje implícito del beso se convierte en expresión externa consecuente.