Si alguien consiguiera entrar en mis sueños (aunque fuese una sola noche) se daría cuenta que quizás fuese la locura personificada.

No hay noche en la que las imágenes no se amontonen para crear historias llenas de color y realismo.

Me basta un solo dibujo para recrearlo en mi descanso y después, a la mañana siguiente, despertarme con el recuerdo fresco de su lado absurdo pero realmente cargado de imaginación.

No sé, quizás no llegue a descansar lo suficiente, pero aun siendo así no lo cambiaría por nada.

A veces, cuando me voy a acostar, me pregunto que otra puerta hacia lo ilógico abriré.

Quizás os aburra infinito, pero precisamente ahora, ahora que por fin puedo desconectar del todo (o casi todo) de mis obligaciones, me viene a mi loca cabezota el último sueño.

Yo, era un simple dibujo animado (para ser exactos, una niña cuyo rostro desconozco), era el optimismo andante, una caprichosa innata de su suerte aun sin saber cual era esta.

Me viene la típica imagen bucólica de hierba verde y fresca e innumerables y pequeños pájaros de picos largos y finos volando hacia mí. Lo único que se, es que era realmente divertido estar allí.

No me importaba nada en absoluto pues no había nada de que preocuparse y además… la risa era cómplice y amiga.

En otro sueño que tuve vi un tren con ruedas de bicicleta circulando a toda prisa y con las ventanillas abiertas.

Lo cierto es que si, que me gusta mucho soñar y quizás por eso admire tanto a las personas capaces de hacerlo a todo color y con voz clara y despierta, gente que escribe en compañía aun estando sola, gente capaz de sorprender con la brevedad de una efímera y fugaz imagen.

Si, admiro a quien escribe por que si, por que le sale de dentro, por que disfruta haciéndolo, pues a todas esas personas, cada noche, las veo en mis sueños.

Un besote.