Lolita (Diario)

Lolita se ponía muy contenta cuando me veía aparecer. Era buena y generosa. Se dejaba acariciar, se dejaba abrazar, se dejaba besar y hasta dejaba que yo apoyase mi cabeza sobre su cuerpo. Lolita y yo éramos expertos en husmear los agujeros donde se escondían los viejos topos. Lolita era una fantástica investigadora que hacía que mis fantasías creasen mundos mágicos junto a ella. Jugábamos sin importarnos lo que dijesen los demás. Nos divertíamos, después de haberlos localizado, en echar tierra en sus madrigueras para que no pudiesen escapar. El resto sólo era imaginación mientras mi tío Ángel construía relojes de sol para saber cuándo llegaba la hora de regresar a casa para almorzar. Lolita era propiedad de mi tío Ángel y mi tía Amparo. Tenía un brillante cuerpo de color blanco con manchas marrones. Nunca la olvidé.

4 comentarios sobre “Lolita (Diario)”

  1. Es así, Wersi. Yo era un poco más joven que ahora. Era adolescente. Era una perrita y pasé unos veranos sensacionales junto a ella en el pueblo de Valverde de Júcar (Cuenca).

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