Los insomnios del tictac.

Parecía un castigo divino. Y en verdad que era todo un tormento completo aquello de tener que escuchar, durante todas las noches, y de manera ininterrumpida, aquel monocorde e inacabable tictac del despertador de hierro cromado. Así que como era imposible dormir tranquilamente yo me pasaba hasta el alba canturreando, por lo bajo, una canción que decía:”Tengo ya un amor; para qué quiero más. Con Ella lo tengo todo y no la cambio jamás”. Ni los ronquidos del Emilín, del Boni y del Maxi, suponían otra cosa mas que un aliciente más para seguir yo con mi cancioncilla mientras el insomnio se apoderaba de mi Gran Sueño y lo iba convirtiendo en realidad.

Si además de aquel insomnio del tictac del despertador, y los ronquidos de los otros tres, se le sumaban los cantos discordes y discontinuos del gallo del vecino de al lado, las noches se convertían en una especie de noria de sonidos. Hay amores que no se olvidan y por eso jamás la podía olvidar. Siempre que sonaba la diana para tirar de la manta e ir al lavabo para lavarse y peinarse como Dios manda me acordaba de Ella. En estos asuntos amorosos el paso del tiempo no es un problema; así que cuando conseguimos sustituir a aquel sonoro e inclemente despertador de hierro cromado, y cuando el vecino de al lado mató al gallo llegada la Navidad, todo comenzó a estar más tranquilo, reinó más la calma y me envolví en el silencio.

Y en aquella tranquilidad, calma y silencio, conseguí visualizarla por completo. Desde entonces Ella está a mi lado, dentro de mí, como la única Princesa de mi existencia. Estoy hablando de 1956 y ya sabía yo hacer quebrados y encontrar tanto el Máximo Común Divisor (MCD) como el Mínimo Común Múltiplo (MCM) mientras las chapas iniciaban su apogeo y yo, en el apogeo de mi Gran Sueño continuo, andaba por tierras selváticas luchando contra los salvajes para poder hacerla mía para siempre. A ver si vale o no vale. No me refiero a Bale sino a que vale la pena suspirar por Ella.

Hoy en día sigo igual de enamorado y he visto a dos patos en La Laguna, a los que he dicho: !Tuuuuú! ¡Patos patos patos! ¡Que sus despertéis pero que no hay pan muchachos! Los patos de La Laguna se han quedado patidifusos. No me refiero ni a Tenerife ni a Don Lanzarote. La verdad es que, en estas historias del recuerdo, mi memoria sigue siendo la misma como la misma sigue siendo mi verdadero amor. El Mágico Solitario me ha regalado, hoy, 54 puntos. Bienvenidos sean esos 54 para poder seguir adelante. Guillermina estaba muy bien pero Ella le da sopas con ondas; o sea, que no la voy a cambiar jamás… salvo para que Ella rejuvenezca con mayor fuerza. Para eso me sirve el Cola Cao que me tomaba después de aquellos insomnios.

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