Los pianos de Chopin.

Para los más grandes musicólogos de la actualidad los tres grandes maestros de piano de todos los tiempos fueron Franz Liszt, Claude Debussy y sobre todo Federick Chopin. Y es que el piano para Chopin era lo más adorable y adorado de la vida. Sobre todo sus predilectos de la marca Playel y de la marcar Erard. Y también añoró durante toda su vida al primer rudimentario y arcaico Zelakowa de su niñez. Tanto era lo que adoraba a sus pianos que se sentía imposibilitado para componer una canción si no estaba acompañado de uno de ellos.
Después de la guerra contra Austria, a la que tuvo que acudir forzosamente, parece ser que sólo le impresionada en la vida oir una composición artística donde se escuchase el piano.Y él mismo se hizo pródigo escribiendo (entre otras cosas ya perdidas) un total de 55 mazurcas, 27 estudios, 24 preludios, 18 canciones modernas, 13 polonesas y 3 sonatas. Muchas de esas obras las cantaba (junto con el concierto de La Piedad y los revolucinarios Opus 11 y Opus 21) en la misma puerta de la capital animado por su maestro Johan Nepromonti. Estas rebeliones contestatarias (como joven líder que era) hicieron que el arzobispo mandara que lo expulsasen de Polonia. Fue cuando se marchó a París y no volvió más a su querida patria natal (aunque la recordaba en muchas de sus canciones) porque se enamoró fuertemente de la escritora George Sand, separándose de su primera esposa para convertirse en amante de la Sand.

¿Fue Chopin un estudioso del piano para llegarlo a dominar tan magistralmente?. No. Chopin no estudió nunca piano porque le gustaban los placeres de la vida (beber, bailar, las mujeres, vivir la bohemia) salvo algunas leves lecciones recibidas del violinista Zywny y el compositor Elsner. Más que un compositor ortodoxo (que no lo era) los pianos de Chopin lo guiaron siempre por la genuina senda de los genios creadores que no tienen necesidad de maestros ni nada que aprender en los talleres artísticos, las escuelas musicales o los académicos consevatorios.

Qizás lo único que le sirvió acerca de cómo tocar el piano fuero unas ligeras clases recibidas en su infancia por el profesor Wilhelm Wurfel. Pero era muy pequeño y sólo fueron unas cuantas semanas de clase. La razón de la genialiad de Chopin es que amaba a sus pianos, los mimaba y hablaba con ellos continuamente… y los pianos de Chopin, amables y sonriendo on los sueños de aquel jovenzuelo que prefería estar horas enteras moviendo sus teclas en ver de ir de niños calaveras como los de su época le otorgaron el don de la genialidad.
Por eso “los niños calaveras” de su ciudad no pasaron de ser simples comparsas en el teatro de la vida mientras Chopin fue una primera estrella a nivel mundial. !Ah!. !Gracias a sus pianos!.

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