Los Pitufos y la número 8.

La mañana ha sido totalmente aciaga para nuestro equipo de baloncesto. Hemos sido batidos por la número 8 y sus compañeras. Los Pitufos están desolados. Como sé que no hay nada que me una a ellos, salvo estos pequeños momentos de pasar el rato intentando lo imposible como esto de batir a la número 8 y sus compañeras, pues no me preocupa lo que vaya a pasar en la terraza donde nos hemos sentados con nuestras rivales. La número 8 está dispuesta a hacer estragos por la chuleria y el osado atrevimiento de Andrés, Javier, El Tocino Bakunin, Carlos y Constancio. A mí ninguno de los 5 me puede echar en cara nada pues al menos he anotado un punto y ellos no han anotado ni uno tan siquiera. Por eso, una vez sentados en la terraza frente a ellas, yo estoy tranquilo pues he cumplido con mi labor. !Ellos!. !Ellos 5 son los que no han anotado ni un sólo punto!… así que a mí que por favor no me ataque la número 8 que me mira con alguna aviesa intención más yo, como no tengo nada que ocultar ni le he hecho ninguna falta, por lo menos conscientemente, pues aguanto su mirada sin tener que avergonzarme de nada.

El primero que cae con todo su equipo es el guaperas de Javier que no sólo quiere tomar su nùmero telefónico sino hacerla reír con chistes tontos y bobos propios de su naturaleza infantil; lo cual le molesta mucho a la número 8 que ni le da el teléfono ni le hace caso mientras me sigue vigilando a ver si yo hago algún movimiento en falso. Sin embargo yo sigo, impertérrito, tomando mi cerveza, porque el tiempo es el tiempo y hace un tiempo primaveral como para gozar el poder contemplarla con la conciencia tranquila. Ella no sé con quién está molesta pero espero que no sea conmigo. Da la casualidad que ella es la número 8 de su equipo, y por tanto su lider natural, y yo también soy el número 8 de mi equipo y por tanto líder natural también. Yo creo que me está observando a ver si intervengo en favor de Los Pitufos. ¿Acaso tengo que ser yo el defensor de Los Pitufos?. ¿Qué me han dado a mí Los Pitufos para que tenga que defenderles en esta hora de la verdad?. Si quieren ligar que lo hagan con sus propias gracias pero no con las mías. Así que guardo silencio absoluto.

El segundo que cae abatido por las miradas agresivas de la 8 es Andrés que, corto de tamaño, no le llega ni a la altura de los hombros. Tampoco tengo por qué ayuidar a Andrés a que consiga el número telefónico de la 8. Seré todo lo líder que quieran que sea… pero el capitán es Andrés… y como se las da de ser un gran capitán pues que sea él el que intente ligarla.

Ante el fracaso estrepitoso de Andrés, El Tocino Bakunin ni tan siquiera lo intenta, tan falto de gracia que es. Por eso la número 8 ni le tiene en cuenta mientras él se cree que no va a pagar lo que le corresponde. !De eso nada!. Esto es un prorrateo y por mucho anarquista que diga que es debe de pagar su parte correspondiente; por muy enfadado que esté a causa de que la número 8 ni tan siquiera le mire. Yo sigo a lo mío. Pensado pero sin actuar. Por eso la número 8 no hace más que vigilarme a ver si intento defender a alguno de ellos. !Que no!. !Que lo intenten sin mi ayuda ya que son tan “chistosos” como se creen ser!. !Ya solo quedan los dos “Pitufos” propiametne dichos: o sea, los hermanos Carlos y Constancio que de verdad se parecen a Pitufo el Mayor y Pitufo el Pequeño!. Los dos se creen supergraciosos. !Veremos a ver si lo consiguen!. La número 8 me vuelve a mirar a ver cómo reacciono. Yo estoy pensando en las musarañas…

Así que, eliminados ya Javier, Andrés y El Tocino Bakunin, Carlos El Pitufo Mayor lo intenta con uno de sus infantiles chistes. La número 8 ni se inmuta ante la risa general de todas sus compañeras. Yo sólo pienso: “Carlos, vete a ligar a La Posada de los Peines”. Y Carlos que se queda más “cortado” que una caña de bambú en manos de un karateca chino. !Ya sólo queda Constancio que se ecomienda a todos los santos patrones de su imaginación!.

De repente Constancio se queda “in albis”. La número 8 pasa absolutamente de una tontería monumental que acaba de decir. !Ningún efecto efectivo y valga la redundancia!. Todas las compañeras de la número 8 no hacen más que partirse de risa. Yo he dejado de pensar en las musarañas y ahora me encuentro en Las Batuecas, como me enseñó mi profesor Don Florencio que hiciese en estos casos. La número 8 no comprende que el número 8 se quede en silencio. !Que se apañe como pueda Constancio!.

Total. No sólo ha sido una mañana aciaga en cuanto al baloncesto se refiere sino que la número 8 ha apalstado a todos estos niñatos machistas que ni son de mi barriada, se levanta, se levantan todas sus compañeras, y ella mirándome de frente solo me dice: “!Hasta luego líder!”. “Que pase un buen domingo usted” le suelto yo como despedida, mientras sigo bebiendo mi cerveza. Y la número 8 que se aleja sin que ninguno de los 5 “Pitufos” consigan su número telefónico para poder salir con ella. Como no me siento culpable del destrozo sufrido en la moral de Los Pitufos pues ni soy Pitufo ni soy Patuchas como es el capitán Andrés, me quedo sonriendo y todos callados y en silencio, se levantan de la mesa, pagamos las consumiciones de nuestros propios bolsillos a aprtes proporcionales y cada “mochuelo a su olivo”. Se van a sus casas cabizbajos y meditabundos. Yo, dede luego no, yo he metido un punto en la cesta y como he metido un punto en la cesta me considero lo suficientemente capaz de haber cumplido con mi misión de liderazgo. Otra cosa es que ellos intenten ligar con la número 8 con ayuda de mis quizás posbiles talentos para estas cuestiones.

Me meto las manos en los bolsillos de mi pantalón y me dirigo hacia el metro con la conciencia de haber cumplido… mientras la número 8 va hablando con sus compañeras y diciendo que ha sido una lástima que yo no lo haya intentado pues estaba dispuesta a darme su número de teléfono. De líder a líder pienso para mis adentros: “Sigue tu camino liderando a tus chavalas que yo tengo bastante con seguir soñando”. y es que, claro que me gustaba, por supuesto que me gustaba, pero soy así… sólo quiero a una y esa no está aquel día presente…

Deja una respuesta