Los reflejos de la ensoñación

Algunas de ellas tienen reflejos para soñar. ¿Y por qué no nos detenemos entonces un momento en nuestro caminar para poder contemplarlos a la distancia adecuada?. Esa es la distancia de los enamoramientos… cuando la luz del sol empieza a menguar y aparecen los primeros tímidos intentos de lunatizar nuestro sueño. Son reflejos que juegan bajo los contraluces del binomio.

Reflejos “Sol-Luna” para que en ellos podamos bailar nuestras emociones, barajar todas nuestras oportunidades con el tarot de los ensueños y lanzarnos de lleno a la conquista de podernos quedar atrapados para siempre en sus enigmáticos destellos. Podernos acercar lo suficiente para lograr besarlos o fracasar en el intento pero sabedores que hemos vivido el momento de gloria de haberlos podido contemplar tan de cerca que hemos ardido por unos segundos con la intensidad de su sonrisa. Podría ser que, gracias a ellos y con la inevitable ayuda de Dios, nos convirtamos en anamorados para siempre o en desesperados a perpetuidad… pero ese es el juego, amigos-compañeros del Vorem… ese es el hermoso pero peligroso juego de poderlos contemplar cuando surgen a la luz de todo el binomio diario. Si puedes elegir, acércate con más precaución que vanidad… pero échale el suficiente valor para lanzarles el silencioso piropo que los haga encender. Después de ello, suerte y que la diosa Astarté te acompañe. Y no digas nunca “fue perder el tiempo” si los reflejos te abandonaron en medio del atardecer, porque recuerda que son algunas de ellas los que los tienen y hay muchas oportunidades en la vida. Recuerda. Acércate lo suficiente como para no ser descubierta tu inquietud, lánzales el silencioso piropo de las palabras mágicas del tarot de las ensoñaciones y, si tienes suerte y permiso, bésalos sin preguntar a tu conciencia… Todo eso es lo único que necesitas para poder decir mañana que hoy fuiste un feliz enamorado de los imposibles que conquistaste la utopía y te hiciste propietario de ella… Suerte y que Dios y Astarté te acompañen…

(Dedicado para todos mis compañeros voremistas de la transitoria soltería y, en especial, para el último de la fila… el último que ha llegado a engancharse a tiempo para conocer los reflejos de la ensoñación y que está pidiendo una oportunidad aunque, valiente él, ya ha lanzado tres mensajes al viento…).

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