Cerrando los ojos
me quedo dormido,
la vida no existe
tan sólo el sonido
de mil corazones,
unidos en un silencio,
en un silencio vencido.
¿ Dónde rodear tu pelo ?
¿ Cuándo dibujar el aire ?
Velo de tarde que viaja callado
en los corazones amados.
Y dejo de preguntar…suspendo
el privilegio del sueño
frente a la verdad.
Dame de tus manos,
limonero callado,
los frutos dorados.
Y regresa el tiempo
sobre un ángel montado.
Horas que son días,
días que son años.
A la rueda rueda…
de un verso cansado.
Muy bueno Greko. “A la rueda de un verso cansado”, como rematas el final del poema, yo le añadiría, con perdón por mi atrevimiento, “va el poeta siempre caminando”. Y es que, como dices, la vida no existe si no sabes que es precisamente el movimiento lo que da la vida a nuestras existencias. He conocido a muchos sentarse ante un escritorio y no saber escribir. Vaya paradoja de la vida, amigo Greko. Te felicito una vez más, compañero y amigo.