Mariela la traviesa

Mariela era la más traviesa de mis amigas de la infancia. Ella y yo componíamos un dúo aterrador, pues si ella era la “creativa” de las travesuras, yo la secundaba de mil amores.

Desde los seis a los catorce años fuimos inseparables, tanto en el colegio como en los deportes; para colmo éramos casi vecinas porque nuestras casas sólo distaban unos treinta metros. Juntas íbamos y veníamos: al colegio, a la iglesia, a cantar la misa en gregoriano, a la Escuela de Idiomas, al gimnasio, a natación, a baloncesto… Discutíamos unas siete veces al día, pero seguíamos juntas. Si hacíamos ejercicios espirituales, ella hacía mil payasadas para distraernos y que nos diera una risa irrefrenable; si nos llevaban de excursión, se las componía para dar la nota. Cómo no iba a ser ella la que perdiera en clase la compresa, que una bobalicona agitó en el aire preguntando de quién era.

Ella, tan maquiavélica para urdir las “maldades” que luego llevábamos a cabo en tandem, tenía sin embargo una vena de sensibilidad casi patológica. Todas pedíamos que fuera ella la que leyera en voz alta en clase, un verso muy animado que comenzaba:

“Soy un niño huérfano;
en la tierra nadie alivia mi bárbaro dolor;
ni amor materno ni paterno amparo
consuelan mi afligido corazón.

Como pan de limosna;
el suelo duro lecho me da para dormir;
y cuando la hora de los besos llega
no hay besos, ay, no hay besos para mí.”

De ahí no pasábamos, porque Mariela estallaba en un llanto incontenible, a pesar de que probablemente lo había leído antes docenas de veces.

Ya adolescentes, fuimos a ver la reposición de “Marcelino Pan y Vino”, que tanto éxito había tenido en su estreno. En la escena final tuvo tal ataque de llanto, acompañado de hipos y lamentos, que todo el mundo se volvió a mirarnos. Me la tuve que llevar casi a rastras.

Hoy día es una respetable matrona, muy juvenil, casada desde los diecinueve años con el novio que se echó a los trece o catorce. Estoy segura de que él no se ha aburrido ni un solo día de su vida con ella.

3 comentarios sobre “Mariela la traviesa”

  1. Jajaja,Carlota. Esa Mariela debió de ser una verdadera “ficha” en la sdolescencia por lo que se deduce de tu diario. Bonito esto de llevar diarios para nuestros recuerdos (yo lo hago muy amenudo). Menos mal que la vida está llena de recuerdos agradables que nos hacen rememorar tiempos en los que tuvimos cosas por vivir. Y que el presente sea siempre igual: cosas por vivir con toda intensidad. Tu Mariela me recuerda mucho a un compañero de estudios que tuve en el Instituto y que se apellidaba San Román. !Menudo bicho!. Pero como tu Mariela era un gran chico e irradiaba simpatía cuando lo tratabas de cerca. Fue uno de mis grandes amigos de la edad colegial. Luego la vida nos separó pero me enteré de que también estudió periodismo al igual que yo, pero en ciudades distintas. No sé si se casó pero no tenía suerte con las chicas a pesar de ser simpático y agradable. !Que bueno es recordar a los grandes amigos en los momentos indelebles de la vida!. Por otro ldo me gusta esa manera que tienes de escribir de forma directa y con sencillez no exenta de elegancia. Me gustan las personas que escriben Diarios… como tú Carlota. Un fuerte abrazo de amigo vorémico.

  2. ¡caray con Mariela!, es un personaje digno de una bonita historia, y que bonito recordar amistades así. Me gusta tu manera de narrar, Carlota.

    por cierto me gustaría visitar tu blog, creo recordar que en algun escrito me dijiste que habías agredado el mio, pero no se la dirección del tuyo.

    jdiana

  3. No tengo blog, Jorami. De momento, no me he metido en eso, puede que lo haga en el futuro. Te mandé un mensaje privado, no sé si lo has leído.

    Gracias por tus alabanzas.
    Un beso.

    PS: Sí, he agregado tu blog a Favoritos. Iré entrando.

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