Mi barrio no deja de sangrar

Con ese gesto duro que le gusta marcar en su cara, y el conjunto vaquero, y las cadenas y las patillas. De riguroso total, tirando a barrio, Arturo dice que su barrio es su vida. En mitad de la calle se sienta en un banco y va comiendo pipas y jugando con la navajilla a cortarse las uñas. El tiempo le resbala porque el futuro es un desconocido juego de ordenador barato. Se enamoró de una pivita, pero le resulto extraño besarse y que la gomina le supiera amarga. Le desagradó ese juego egoísta de estar agarrados con aspecto de eternos. Y lo dejó, porque sí, por la mismas razones por las que come en casa de su abuela Elvira, la abuela de todos sus hermanos. Arturo pasa de su propia historia. Es fiel con su sentido. Lo que ocurre fuera de sus gafas de sol,le suena a revistilla de un euro y cuatro pincesas jugando con trapitos. Le rodea la misma soledad que sus amigos del billar. Allí flipa haciendo de cada taco un arma de combate contra planetas habitados por putas caras que se rien como tontas. Como siempre dice…al menos meto bola, y la vida sigue. esa vida que, traspasando la puerta del garito se limita a ser barrio coyuntural, espejo de despertares, amarguras reconocidas, guitarras rotas sobre cristaleras limpios con ajax y un trapo viejo. Pero su abuela Elvira, es siempre la referencia, la vieja cansada que le plancha el vaquero mientras él se ducha.

3 comentarios sobre “Mi barrio no deja de sangrar”

  1. Al leer tu descripción puedo imaginar un cuadro muy pintoresco o una secuencia de pelicula que resume la vida de Arturo. Me encanto eso de “el futuro es un desconocido juego de ordenador barato”, me hace pensar en un futuro borroso, con pocos bits, no es así?. Tmbién “ese juego egoista de estar agarrados con aspecto de eternos”. No sé, quizá la primera vez el juego no sea egoista,quizá sea un juego desconocido e inocente, falso o real, del cuál no sabemos nada y en parte eso es lo bonito.
    Me encantó tu idea, muy bueno.

  2. Como primera impresión, comento que me maravilla ese final: la abuela elvira referencial que viene a ser simbología de toda la vida de Arturo que se condensa en el pantalón vaquero y se eleva hacia las patillas subiendo por las cadenas. Toda la sangre-río del barrio pasa por el inefable billar y las prostituas observada por algún Profeta que come pipas de girasol. Los besos con gomina deben ser el sinónimo metafórico de toda la idiosincrasia barrial y así podríamos seguir diciendo de la navajilla, las guitarras rotas y los trapos viejos. !Me encantó una vez mas tu temática urbana!.

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