Hoy pensé que tenía un velero azul y recorría los mares en él. Todos los mares, siempre con la proximidad del agua y del cielo. Viajaba sin destino. Solo viajaba. No tengo respuesta si alguien me pregunta a dónde voy. Tan sólo porque no se a dónde llegaré. No lo soñé, lo pensé. Y aún sostengo esa idea. Veo al velero, hermoso, transparente, rozando las olas del mar. Siento mucha paz. Mucha. El aire es distinto, es perfecto. El sol está oculto pero aún entibia. Y mi velero viaja conmigo. Contándome un secreto. Hasta que se hace la noche y nos largamos juntos a llorar. Alguna pena guardada en mi memoria le cuento.
– ¡pero si sucedió hace tanto tiempo! dice mi velero- no es posible que sigas enferma de aquel amor. Mis ojos no pudieron mentir. Mis palabras tampoco. Permanecía yo presa de un viejo amor.
– ha de servirte la sal de este inmenso mar para pulir tus profundas heridas; será útil la luz del sol de la mañana para calcinar el recuerdo y quemar la memoria; y luego la fuerza y la tempestad de la lluvia lavarán los últimos resabios de tu herida, oxidados por la sal y destruidos por el fuego…
Le agradecí en silencio sus consejos, izando las banderas, y buscando con mis ojos la génesis del horizonte. Mi velero azul quiso ayudarme. Pobre velero, nada sabía.
El viaje de la vida, con sus encuentros y desencuentros, el alma con erosiones de mar salada, tantas lagrimas perdidas. Un saludo y sera un placer que sigas viajando por este mar de vorem.
Preciosa génesis de horizonte buscado con velero azul. El azul es el color de la búsqueda inquebrantable. Me gustó tu reflexión porque no se detiene en un punto muerto sino que parte de él para lanzarse hacia un punto en movimiento. Un beso, Celeste. !Bienvenido tu regreso al Vorem!.