Los dos días siguientes fueron las mismas rutinas de los días anteriores, sin embargo Midnigth superaba la infección que tenía en los ojos y por la estricta dieta de té, leche y galletas dietéticas la diarrea había cedido un poco, sin embargo aquel tono opaco no abandonaba los ojos del animalito.
Cada mañana era lo mismo para ella, pues repetía el ritual de limpieza; a pesar de ello todo indicaba que ella decidiría quedarse con Midnigth, aunque se veía tentada a dejarlo en el jardín de la universidad; pero sus temores superaban esos pensamientos, pues sentía que de dejarlo solo, este no sobreviviría.
La tarde del Jueves, mientras esperaban la hora de la salida de los buses de la universidad hacia el centro observaba atenta a Midnigth en el jardín, como una pantera en medio de una frondosa selva entonces ella se perdió en los recuerdos que le quedaban de Trinity, la gata que la acompaño el semestre pasado, la que se metía en su bolso y permanecía callada en el aula de clases, quien la recibía al llegar a su cuarto, la testigo de todas las cosas que hizo en vacaciones, cómplice en la escapada con su novio y que fue dentro de su cartera hasta Valencia a 6 horas de viaje, su gata aventurera, de mirada misteriosa y atigrado pelaje, así era su minina…
Quizá la fragilidad de este nuevo gatito podía llenar los pequeños y profundos vacíos en ella, pues tan delicado era al levantarlo y tan ágil en sus juegos, tantas ventanas de inspiración se abrieron en su alma de poetiza frustrada, tantos pensamientos en forma de lágrimas, todo por una coincidencia afortunada, en ese momento decidió que se mudaría pues a la dueña de casa no le gustaban los gatos y ella no estaba dispuesta a dejarlo.
Además ahora Midnigth se había convertido en la celebridad de la universidad, a ella no le gusta la gente en multitudes así que siempre lo observaba de lejos y solo intervenía cuando importunaban demasiado al animalito, ya que esta popularidad no era siempre buena para el.