Cuando Miguel Hernández , el poeta de Orihuela (1910-1942) escribió la estrofa final de su “Elegía” (a la muerte de su amigo Ramón Sigé (alias de José Marín Gutiérrez, fallecido repentinamente en las navidades de 1935) poco debía imaginar que no tardaría demasiados años en seguirle. La tuberculosis acabó con su vida en 1942 en el penal de Ocaña, donde se encontraba cumpliendo una condena de treinta años.
En su poema hay estrofas en las que se aprecia claramente su estupor y su dolor ante la muerte del amigo mientras él está ausente. Cuando se lo comunican y vuelve a Orihuela apresuradamente, hace cinco días que Ramón ha sido enterrado.
En las siguientes estrofas del poema se nota una rebelión latente, que no se resigna a la pérdida del amigo. Es la desesperación que le ha invadido, una vez pasado el primer momento de estupor y decaimiento. Necesita dar rienda suelta a su dolor, aunque sea imaginando algo descabellado y hasta violento. El poeta, que había pactado con su amigo que el que falleciera primero sería enterrado por el otro, no se resigna y le tienen que hacer desistir de cavar una nueva sepultura para trasladar a ella su cadáver.
En las últimas estrofas sus emociones se han posado, llega la aceptación de lo irremediable y se consuela a sí mismo pensando en la transformación de la energía vital de Ramón por obra y gracia de la Naturaleza.
La obra de Miguel Hernández ha permanecido en el anonimato durante muchos años, a pesar de haber sido reconocido internacionalmente como uno de los grandes poetas de todos los tiempos.
Miguel Hernández es un caso único en la poesçia mundial. Por su entereza innata y su gran sentido de la composición natutral. Tu investigación me descubre una faceta de él que yo no conocía.. Muchas grqacias Carlota.
Carlota tampoco sabía yo de este pasaje de la vida de Miguel Hernandez.
Un abrazo
Me encanta que hayas puesto este texto sobre Miguel Hernández, porque en realidad, es uno de los grandes poetas relegados, de la literatura española. Para mí no está ni de lejos, en el puesto que merece. Me alegro de leerte Carlota.
Un saludo.
Me siento muy vinculada a él, quizá porque lo descubrí (cuando se permitió) tarde. Por su corta vida, su voluntad de ascender mediante la lectura partiendo de una estancia demasiado corta en la escuela (sólo hasta los catorce años). Por las injusticias que padeció… por todo. La emoción que experimento leyendo “Elegía” se repite siempre.
Un saludo.
Hace poco empecé a leer a Hernández, un libro de toda su carrera que tenía mi madre guardado por ahí desde hacía veinte años o más. Y me está gustando… al menos ahora. Un saludo