La accción da lo mismo. Al alzarse el telón no está en este momento. Es un viejo de agradable presencia. Representa una edad aproximada a los ochenta años. Ha salido un momento. No sé dónde he leído si mi madre no ha cumplido los cincuenta pues recelé siempre. Hay alguien peor. Los de siempre. Supongo que lo de siempre, pero no hay que alarmarse, que la sangre no llega al río. Se me está haciendo tarde y voy a tener que marcharme sin ver a doña Pilar. Aún no. Cuando viajo en el Metro no soy muy aficionado a leer. A mí también me gusta mucho el teatro. Una noche es una mujer deslumbrante, no por su indumentaria, sino por su tipo. Un rato de felicidad. Pasa un cuarto de hora y digo yo pues ya lo ve… miraré su bondad, sus sentimientos, su delicadeza. He traído unos poemas de mi último libro.
¡Ese libro no lo vendo en la librería aunque se empeñe Celia!. No hay nada que hacer. La conozco hace tiempo y me precio de conocer a las personas tanto como a los libros, que me sé de memoria los títulos de las obras completas de todos esos escritores. Honestidad. Hace más de diez minutos acaban de salir. Por lo visto está cansada de cenar en el Ritz y se van a Torrelodones. ¡Es un ser egoísta!. Sólo piensa en acumular dinero. A mí me ha costado mucho trabajo ganar dinero para derrocharlo en mujeres como Anabel. Queda tiempo. Lugar de cultura. Quiero dejarla libre para celebrar las tertulias de poesía. Apenas si viene nadie. Me refiero a algunas mujeres. Que haya suerte. Comprenderá que eso no es para hacer amistad con nadie. Ni pienso hacerlo. Yo jamás saldré por ahí. La zorra es un animal astuto. Es ridículo que dos mujeres se peleen por un hombre con los que hay en el mundo, claro que hay que saber buscarlos y no es nada fácil. Este libro me recuerda Madrid en otoño. ¿Para arreglar la poesía?. !Pero si la poesia de hoy no tiene arreglo!. Es natural, como no hablan más que de muertos… como que si estuviera muy interesante. No. Tengo paciencia para escucharla. Me gusta tanto hablar que cuando me embalo no hay quien me pare y ya tengo un poco de prisa. Es tan hermoso hacer el bien a quien lo necesita… Por aquí debe haber algo que tiene ochocientas páginas. Adiós, abogada del diablo. La muerte de tu padre no es cosa mía. A qué llamas tú nueva vida. ¿A mendigar a nuestras amistades un trozo de pan?. No pienses que yo me voy a prestar a ser lo único que deseabas. Ten un poco de paciencia. Te he dado cuanto tenía, no puedes reprocharme nada. No, gracias. Bien que te lo advertí. Si me hubieras hecho caso, te habrías evitado una situación tan violenta como ésta. !Pobre del imbécil que se enamora de una mujer tan violenta!. Lo mío fue sólo una cena y eso porque tú me pediste. Aquí empezó esta historia y aquí debe terminar. Las dos cosas. ¿Mañana?. No creo que te importe, Inés. Sigo teneindo una gran fortuna. Podría comprarte cuanto quisieras: angustia… desesperación… tristeza… y unas enormes ganas de llorar… Calla por favor. Es peligroso jugar con el amor. Fin de la comedia.
(Monólogo Teatral a la memoria de Heinrich Böll y ciertas mujeres que conocí en el pasado cuyos nombres he cambiado para no hacerles daño. Doy las gracias al escritor español Enrique Lenza González por haberme servido de punto de apoyo para este monólogo totalmente original e inédito).
Mi abuela materna: Y llevas toda la razón.
Sí, abuela. Hay temas y asuntos en los que no tengo por qué escuchar lo que digan los demás. Son temas y asuntos privativos y nadie tiene por qué intervenir en mis decisiones cuando se trata de esos temas y asuntos privativos. Los metiches no me gustan. Los metiches sólo sirven para confundir. Y como los metiches no me gustan y sólo sirven para confundir yo opino lo que digo en el presente monólogo. Fin de la comedia.
Me gusta mucho el escrito…