Interesante lectura presenta al famoso Maeterlinck, sobre la vida de las abejas.
Sólo una idea al respecto:
Si es imagen lo más pequeño de lo más grande, y viceversa, o hay algún tipo de correspondencia natural entre los elementos y las estructuras en que se agrupan, inconexo al azar, ¿existe entonces una análoga función a la de las abejas, que transforman el néctar en miel, en el hombre?
Imagino por ahora, pues la investigación me tomará más que este momento de duda, que los seres humanos destilamos de toda cosa una idea, útil para sustentar la transformación inherente a nuestra existencia y, por añadidura, refinar el mismo proceso de destilación en busca de transformaciones ya sea más extensas, más profundas o ambas.
Incluso la palabra “transformar” me parece afortunada, pues su desglose sugiere la “formación a través de”
Hasta donde sé, ha habido sinergias, conquistas, divisiones, reformas, independencias, revoluciones, reestructuraciones e incluso modas, pero a pesar de que se trata de transformaciones, no se les ha denominado como tal, sino como ya las designé.
Je!
Una transformación transformista.
Me agrada lo redundante del término.
En el hombre, en algunos hombres (o mujeres) puede existir una función análoga a la de las abejas y que el resultado sea transformar en miel el néctar. Pero (siempre hay un pero) lo que a las abejas les dicta su instinto no es aplicable a la especie humana ya que algunos hombres (o mujeres) no siguen las normas de la Naturaleza y transforman el néctar en hiel. Estupendo cuando las mentes inquietas destilan alguna idea válida para su propio progreso o el de la humanidad en general. Entendiendo por progreso no ya algo material, sino de cualquier orden, incluso “sólo” espiritual.
Estas son verdades de perogrullo, pero igualmente válidas, para mí al menos. Muy interesantes tus reflexiones.
Un saludo.