Y ¿por qué no decirlo? Hemos agrandado hasta el extremos la poderosa presencia del ser humano aquí, en la tierra. Y es justoque cada uno sepa dónde está yq ué merece. Pero esa jusaticia natural está ahora en manos de los poderosos y es ¡tan grande la miseria de los demás! que se nos ha obligado a olvidar la belleza de un amanecer, en beneficio de una noche que jamás termina. Provenimos de esa naturaleza generosa donde las gallinas se duermen cuando una nube indica que el sol declina. Y sabemos que caminar con paso tranquilo, pero intenso…nos conduce hacia donde la fuente mana y la vida nos es dvuelta.
Nuestra pequeñez no puede ser vista conuna inmensa lupa televisiva. Concursos que llevan al EGo a acostarse hasta con las ranas, porque eso vende…Nuestra pequeñez no puede ser una masa ingente que adore a un corredor de 24 años y sienta quela juventud es la verdadadera ganadora. Nuestra pequeñezas no debe ser nunca, el orgullo adolescente de mil noches de botellón y bómito…porquesi hemos de elegimas con sincesidad, no juguemos el gran papel de hipócritas, que para eso…la gran escena del mundo ya tiene sus héroes coronados.