Muros sin hiedra

Hoy se han roto los vértices cimeros
de la pálida hiedra.
No alcanza a ser quien descubra, tras el muro,
la luz primera.
Se desgajan los árboles, quebrando el silencio
de sus constancias.
Se perpetúa el vals triste de mil flores muertas.
Ya nadie reconoce los pasos cansados del jardinero.
de sus manos, la rosa muerta yaciendo sobre el césped.
Vendabal que nubla la meria de los vivos
y llama al árbol por su nombre secreto.

Dame tu luz o robaré tu única verdad,
porque para nada quiero permanecer en un rumbo fijado.
Lo más amado que me diste fue la vida
y, ahora, un horizonte de árbol muertos
me dicta mi sentencia.
Callaré para siempre, como el río seco,
como el sauce desprovisto de bondades.
La hiedra pálida no alcanza a ver
la razón de ser de su propio estado.
Sortilegio del Otoño; dios violento que jamás
dice su nombre.

5 comentarios sobre “Muros sin hiedra”

  1. Sabemos, por experiencia, que todo renacerá dentro de unos meses. Ojalá pudiéramos “reciclarnos” nosotros como lo hace la Naturaleza con las plantas…

    Creo que verter aquí nuestras alegrías y nuestros dolores puede ayudarnos en la tarea, a lo largo del otoño e invierno que nos esperan.

    Saludos.

  2. Impecable.

    Te veo místico. Más allá del tema de la estación que muere, me ha llamado mucho la visión de “Dios”: “dios violento que jamás dice su nombre” y la búsqueda de la luz o la verdad o dios,”el nombre”, que parece ser que no terminas de ver, que dios te niega.

    ¡Qué interesante sería el debate sobre este místico poema!

    ¿Acierto con la interpretación del texto?

    Saludos cordiales 🙂

  3. Saludos:
    Siempre digo que me fue a rrebatado el dios que memostraros y asesinaron al dios en que creía. Y pude comprobar que fue la razón del hombre…Has acertado de lleno. El poema, en esa proximidad mística, siempre ha brotado de una sutil sensación que se mueve en mi. Muchas gracias por esa capacidad tuya para “captar” el espacio en el que el poema se mueve en clave de silencio. Gracias.

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