Hoy arde esta mañana
de hallarnos en el límite horizonte.
Allá… en el monte
la palabra del momento
es el viento
rodeando a la ladera.
La nieve, en el desmonte
de la estación primera,
anuncia la primavera
alumbrando el aposento.
Siento
que es cierto que la pradera
de mi pensamiento
es esa futil espera
donde yo afronte,
cual amoroso aporte,
mi faz sobre la esfera.
Por siempre este sentimiento
entra en esa frontera
que cruzo como alimento
del soporte
que a otros les desespera.
Espera…
espera a que dé asiento
a esta sensación ligera
cual insigne pasaporte
de paloma mensajera.
No eres ya extranjera
en mi dorada cohorte
de sueños, duendes, concierto
de cantos en nueva era.
Ya antes del nacimiento
dejaste de ser quimera.
Y a la vera
de este feliz transporte
soy el acento
del beso que ya no espera.
Pasa entera
la época del sufrimiento
y allí, como cimiento
del futuro de esta tierra,
eres beso, cielo y verdadera.
Mi abuela materna: trascendente y transcendente. Esto es ser poeta.
Buenas tardes, abuelita. Sólo se transciende si trasciendes y sólo se trasciende si transciendes. Lo tengo ya explicado en un texto mío.
Abuelita: te cuento que acabo de ganar una apuesta de 1.380 días seguidos tomando café con leche porque, como yo aposté, “La gitanilla” es una novelita de Miguel de Cervantes Saavedra. O sea que acabo de ganarme 4 años seguidos tomando café con leche y lo que te rondaré morena (lo digo por la chavalilla con la que estoy casado como Dios manda; o sea, Liliana “Lina”) y sanseacabó.
Todo el poema es extraordinario pero su final es hasta genial. No me canso de leerlo: “Y a la vera de este feliz transporte soy el acento del beso que ya no espera. Pasa entera la época del sufrimiento y allí, como cimiento del futuro de esta tierra, eres beso, cielo y verdadera!”. Me quito el pañuelo de la cabeza para darte el homenaje que te mereces y que otros no se atreven a hacerlo. Y te saludo con mi pañuelo por lo que tienes de torero de los grandes en esto de la Poesía. Si alguien se queja por ello ya se sabe lo del “ajo y agua”…
¡Jajaja! ¡No perdamos nunca el buen humor, abuelita, porque eso es lo que desean los del “ajo y agua”! ¡Jajaja! Y la vida sigue y continúa y persigue el sueño de cada día.