Noche lluviosa

Te metiste en la cama pasada la medianoche, sentí tu abrazo tierno y lleno de intención de despertarme. Afuera la lluvia golpeaba la ventana, la luna apenas iluminaba y solo nos envolvía el silencio.
Tus labios en mi cuello y tu mano en mi cintura fueron la invitación perfecta para una noche agitada. Tus ojos resplandecían en la penumbra y mi risa lo cubría todo.
Era tan lindo despertarme teniéndote en frente así solo para mí que no dude en soltar mi cabello y despojarme de la ropa a pesar del frío.
Tu piel tan suave y cálida fue el ingrediente exacto para elevar mi temperatura y mi espíritu a lo más alto de tus fantasías.

En mis profundidades el eco de tu voz y tu respiración entrecortada caló bien hondo como una droga imposible de no ser consumida.
Mis músculos se tensaron una y otra vez mientras te sumergías en el aroma de mi pelo revuelto. Cada célula de mi cuerpo reaccionaba a tus caricias, a tus besos… a tu fuerza y a tu instinto de hombre o de animal.
La noche siguió su curso inevitable y entre mis piernas la vida.

4 comentarios sobre “Noche lluviosa”

  1. Una noche lluviosa nada mal. Me gusta los planos visuales que creas mientras uno avanza en la lectura. El estar así con tu pareja, es un regalo y así lo dejaste en la narración. Un saludo a la distancia Emme.

  2. Pues es muy bueno el texto, Emme. Verás. Escucha un momento la voz de mis palabras si es que te sirve de algo lo que te puedo decir. Si no es así pasa de largo y no me leas. Pero yo te digo que en las noches lluviosas he aprendido mucho. A mojarme. A secarme. A volver de nuevo a mojarme. A volver de nuevo a secarme. El acto amoroso es la ternura. Lo demás no sirve. Quizás me hayas comprendido bien. La verdad es que como cristiano no puedo decirte más que eso: que el verdadero acto sexual es el de la ternura esa en que uno se da del todo para recibir todo de la otra. Y es que no puedo remediarlo pero soy bohemio del Cristianismo. Buenas noches.

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