Noches Inolvidables.

Noche de san Bartolomé.- Matanza de protestantes franceses ejecutada en París la noche del 23 al 24 de agosto de 1572, y en las provincias los días siguientes. Fue planeada por Catalina de Médicis y los Guisa, temerosos de la influencia sobre el rey Carlos IX de Coligny y por el apoyo de éste a los Países Bajos sublevados contra España. Hubo más de 3.000 víctimas (en París). El rey de Navarra (el futuro Enrique IV), recié casado con Margarita de Valois, tuvo que abjurar para salvar la vida. La noche de san Bartolomé, celebrada por el rey de España Felipe II y el papa gregorio XIII, ha pasado a la historia como un símbolo de la intolerancia religiosa.

Noche de san David.- Sucesos ocurridos en abril de 1865. Represión policial ocurrida en Madrid de una manifestación estudiantil contra la destitución de Castelar de su cátedra, que provocó 9 muertos y la caída de Narváez.

Noche oscura del alma.- Poema místico de san Juan de la Cruz (hacia 1578), que trata de la unión del alma con dios. El poema suscitó dos comentarios en prosa: 2Subida al monte Carmelo” y “Noche oscura” publicadas en “Obras espirituales” (1618).

Noche triste.- 30 de junio-1 de julio de 1520. Derrota de las tropas de Hernán Cortés ante los aztecas, en Tenochtitlán, cuando aquellos abandonaban la ciudad.

Noche y niebla.- En alemán “Nacht und Nebel”; expresión que designa al sistema creado en 1941 por los nazis con el fin de hacer desparecer a sus opositores sin dejar rastro; la mayoría de ellos fueron deportados a campos de concentración.

Noche buena.- Noche del 24 de diciembre; vigilia de Navidad.

Noche vieja.- Noche del 31 de diciembre; última del año.

Noche toledana.- Noche que se pasa sin poder dormir.

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Noches inolvidables.

Noches inolvidables aquellas en que, en medio del profundo sentido de las cosas, las cosas se hacían profundas… hondas… más extensas e intensas que las propias coordenadas de los momentos recordados y vividos entre las nieblas y ese pequeño rincón que todos tenemos dentro de nuestras ilusiones. La proporción del sueño se hacía tan inmensa que yo caminaba entra las luciérnagas de las luces de neón y las empedradas calles retorcidas de la vieja ciudad castellana. No importaba si era Burgos o Toledo o Palencia o Ciudad Real. Tampoco importaba si era Cuenca o Guadalajara o Soria o Segovia… porque la realidad es que era Madrid.

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