Nuestra Despedida

Revuelto como el mar bravo,
como peces al ataque.
Los corazones están en extinción,
acechan las nubes empedradas
a nuestras manos entrelazadas.

La caza furtiva elimina
dos corazones de la jungla del amor.
Se agotan las reservas,
el invierno se aproxima
y no estamos preparados para hibernar.

Nuestra cueva cobija soledad
y no hay piedras que nos protejan
de nosotros mismos.

Mátame para no asesinarte primero.
Desenvaina las palabras
incrústalas en nuestros pechos.
Arranca de mi carne esta madre selva,
en ella mi piel se envuelve y se calcina,
que aunque viva enamorado de su olor,
ambos sabemos que arrancarla es lo mejor,
pues mi corazón no soporta ya su agria resina.

Qué triste es el atardecer
cuando los caminos son angostos para dos,
qué desagradable sentimiento descubro
al ver a la soledad escondida en mi sombra.
Sale ahora para jugar con mi hastío,
y acostarse en mi alfombra.

Pero eso haremos.
Dejaremos los remos acá.
Te juro que la sal
dejará nuestros rostros
tarde o temprano.

Soplarán los días nuestra cara,
el tiempo pondrá vendas
en las llagas que hoy se hagan.
Verás que,
no es tan malo como esta tormenta.

Ya encontraremos muelle en un atardecer
y nos arrojaremos rendidos
en las sabanas del descanso.
¡Nos renovaremos!

Cada quien a su manera
y verás que el laberinto
no era imposible de superar
y en las paredes colgaremos otros retratos,
¡pintaremos con otros colores!.

Retornaremos a nuestras costumbres de antes
y hablaré de ti como nunca hablé de nadie,
y tú hablarás de mí, sin sangre en la cicatriz
que hoy estamos por imprimir.

Sigamos al sol del horizonte,
dejemos con el nuestras manos
y abracemos cada quien
de nuevo una estrella.

Limpiemos nuestras mejillas
no volteemos atrás al alejarnos,
no hagamos eso,
no arranquemos las uñas a nuestra alma.

Sigue caminando, yo seguiré adelante.
Prometamos que así seguiremos nuestras vidas,
Prométeme,
que nunca mirarás atrás en tu vida,
así te veré segura, al pensar en ti.

Un comentario sobre “Nuestra Despedida”

  1. Buen poema. Pero yo le añadiría con tu permiso: “volveremos a ser quienes éramos tendidos a muy pocos metros de distancia tu cuerpo y el mío”. Te felcito por tu poema.

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