Palacio de Liria/Exposición de Rembrandt
En pocos días he tenido la ocasión de visitar tanto el palacio de Liria como la exposición sobre Rembrandt en el Museo del Prado.
El palacio: reconstruido interiormente después de la Guerra Civil, debe su diseño y construcción al francés Guilbert y a Ventura Rodríguez. Las obras de arte que alberga en su interior fueron puestas a salvo en los sótanos del Banco de España. En el exterior hay dos jardines, el de la entrada principal de estilo inglés y el de la parte trasera del edificio, éste a modo de parterre al gusto francés.
A destacar los cuadros de Goya, Ticiano, Rubens, Mengs, Ingres, Fra Angélico (uno de los dos únicos cuadros existentes en España; el otro está en el Prado), Rembrandt, Veronese, etc. etc. y un retrato de la Infanta Margarita atribuido a Velázquez. También cabe mencionar los tapices flamencos y gobelinos. Existe también un legado importante de la ex emperatriz Eugenia de Montijo, en forma de obras de arte de todo tipo.
La biblioteca del palacio es muy importante y guarda ejemplares muy valiosos, como uno de los primeros ejemplares del Quijote, la llamada “Biblia de Alba”, rarísima traducción en la que intervino la Escuela de Toledo, que se salvó de la Inquisición y que al parecer es muy apreciada por la comunidad sefardí, cartas originales de Cristóbal Colón, Hernán Cortés…
La exposición: Es imposible hacerse una idea completa de la calidad de la pintura de Rembrandt viendo reproducciones de sus cuadros. Los originales revelan tal cúmulo de detalles en las pinceladas magistrales de este genio, sobre todo en las telas y adornos de las vestimentas de los personajes, en las tapicerías, en los edificios, que hacen que cualquier reproducción quede pobre. Se aprecia, sin embargo, que era muy deficiente su conocimiento de la anatomía humana: hay multitud de faltas de proporción en las figuras, hay manos que (como dijo el guía) parecen pertenecer a una pata de rana, hay alguna cabeza que parece pegada al tuntún al cuerpo correspondiente…
Aún así, estos detalles marcan algo de imperfección en una obra que, en su conjunto, es perfecta. “Artemisa” (o Judit en el banquete de Holofernes) pertenece al Museo del Prado. Otras obras, como la “Betsabé” ha venido del Louvre, incluso algunas han sido préstamo para la exposición de museos norteamericanos. Se incluyen en la exposición obras de otros artistas, todas pertenecientes a la colección del Prado, para ayudar al visitante a entender al pintor holandés.
Muy interesante tu texto, pero todo se queda pequeño ante la visión del arte de estos inmortales pintores, capaces de mostrar una realidad de sus tiempos que permanece viva en la memoria de quien contempla su obra, que al igual que tu escritura se convierte en inmortal.
Un beso Carlota.