(Chotis madrileño)
Me decía el otro día,
la rubita del tercero,
que se ve mu entrestecida
por las penas del amor.
Que le pasa y no le pesa,
de los pies a la cabeza,
un ardiente llamarada
que le abrasa el corazón.
Ahora vive solitaria,
apartá en una pensión,
con un mal de amores grande
que le sube la tensión,
y que nadie la reclama,
ni pa besos y otros lares,
pues los pué tener a pares,
pero es mu fiel a Ramón.
!Estampa de vivo color del Madrid del los “amores” y el “desamor”!. Escena matritense de aquellos tiempos del chotís que bailaban en un ladrillo los castizos y las manolas. Dolores ocultos en medio de la felicidad del baile. Suena a pasión enconada encerrada tras las barandas de un balcón… !Te felicito por la estampa que trae memoria de historia a nosotros, los que recordamos esa época a través de lo que nos contaron las historias de café!. Tiempos heroicos que hoy se renuevan pero en forma de chalés en las costas y amores glamurosos que todos los días nos meten por los ojos los del periodismo rosa. Me quedo, sin lugar a dudas, con el chotis… aunque sea sólo por lo que tiene de heroismo popular.