En apariencia, me siento bien, sin embargo algo me absorbe. Cierta incomodidad me empuja a nadar por las calles y la frustración que desayuno todos los días, y que no desaparece al lavarme los dientes, intento con éxito cubrirla de tejidos que se acoplan a mi cuerpo desnudo, que sigue desnudo al salir a la calle, pero que ahora se ve bien, al menos en apariencia. Intento salvarme de las miradas incisivas y ácidas de todos los días, de los espejos y de las formalidades que me obligan a desenterrar a la persona social que yace bajo mi piel.
En realidad me siento envenenado. Corre por mi venas y mezclado con mi sangre el ardor de la multitud amontonada en los pasillos, las avenidas, restaurantes, patios, parques, autobuses y plazas y todo permanece vacío, no me sonríe la señora sentada en aquel banco, ni se atreve a arder delante mío, solo cede una mirada inexpresiva, que no arriesga a ser propia.
Nuestro criterio, en virtud del juicio, debería ser objeto de acción y no de omisión. Soy y arriesgo a ser, así que júzgame, y hazlo lo mejor que puedas, que para eso estoy aquí.
Revolución. Que no te de miedo esta palabra, ¿porqué el miedo al cambio? El cambio nos libera para disfrutar creando de nuevo. Destruir y cambiar nos permite explorar, experimentar, renacer, movernos para moldearnos.
El arte, la máxima expresión individual como herramienta comunicativa, nos permite acercarnos a todos nuestros espejos. La creación artística, la exposición personal, la relación comunicativa, son destellos de una mirada que atraviesa a la gente y te descubre desnudo ante una ciudad. Hoy, viajé sobre la lluvia buscando una luz rosa que caminaba descalza por calles de cristal mojado. Esta luz mostró un papel rosa que no era rosa y encontré en él el objeto particular que se creó para mí y ante mí. Esto es arte. Pero el arte está perdido, olvidado, maniatado, el arte se encuentra engullido en el miedo, postrado ante los mudos muros de papel, abandonado en los sótanos sin luz.
¿Qué tienes que decir despertando a mi lado? Solo un murmullo.
(El arte despierta y mirando alrededor de la habitación repara en una ventana, se acerca, la abre y se asoma. El arte se lanza y cae.)
Búscate entre la gente.
Recurrir a la sorpresa como método comunicativo, lanzarnos como proyectiles sensibles e indomables ante la expectación del que no quiera participar, recitar silencios envueltos en cálidos mantos de ruido de ciudad, gritar: al arte, su libertad.