Puertos de Mal I

-Creáse el mundo hoy!
gritaron los demás,
y se elevaron los espejos de una tierra inerte que nada prometía.
Aquello que simulaba ser un puerto, condecorado de dulces encuentros, no supo ser más que un par de banderas flameando aburridas. Sin firmar para afirmar lo sucedido, sin peros, sin identificaciones. Puertos que traen vaivenes y dejan desencuentros. Un silencio frío traspasaba sus películas, sus luces, sus inservibles monitores que informaban con retraso migajas de una parte de una vida que creía haber conocido; ni siquiera entendía como había caído en tal epidemia.
No podía librarse de la rabia del amanecer. Sin saberlo, estaba buscando algo, estaba buscando los restos de lo que ella era, engañada por una sensación indescrifrable, por un nudo de perfumes, por la maldita muralla de la lejanía.
(Nunca) más lo iba a volver a ver.

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