¿Quiénes fueron los segreres?

Los segreres, también llamados segreles o segueres, eran tipos de poetas afines a los juglares durante la Edad Media europea, pero situados en una escala social intermedia entre éstos (los juglares eran de clase baja) y los trovadores (de clase alta).

Al parecer, según las fuentes hitóricas que han pervivido hasta nuestros días, fue una clase de poetas muy propia de la región española de Galicia, aunque su origen provenía de la Provenza francesa y también debieron existir, además de por toda la región gallegoportuguesa, en León, Castilla, Cataluña, Valencia y otras regiones francesas. Fueron identificados en el Cancionero del Vaticano como “omo del segre” (hombre del siglo o de la vida mundana y disoluta). Parece ser que este nombre también proviene de una hipotética raíz árabe de carácter poético que, según algunos investigadores literarios, derivaría de zejalero (el que canta zéjeles, canciones árabes de carácter popular).


Gerardo Riquier de Narbona, que vivía en las cortes castellanas, dice en su Declaratió del senhor del rey N’Amfos de Castela (escrita en 1275) que el segrer es un trovador que cantaba por las cortes, anterior al nuevo tipo de trovador provenzal. Existía también en otras partes de España, pero sólo se conserva memoria de ellos en la región gallegoportuguesa, debido solamente a la mayor abundancia de textos líricos existentes en esa región o más bien al carácter mas arcaizado del occidente peninsular ibérico, que conserva el lenguaje y las costumbres primitivas más tiempo que en el resto de España, donde ya va desapareciendo totalmente en esa época.

Ocupaban los segreres un escalón intermedio en la escala social, entre el juglar (que era simplemente un villano de la clase baja popular) y el trovador (de la alta clase de la nobleza) pues el segrer pertenecía a la clase de los hidalgos escuderos que, por no poseer bienes suficientes, no podían ascender a la escala de caballeros (por eso eran escuderos de los citados caballeros).

Iban los segreres de corte en corte acompañando a los caballeros e iban, también, con los monarcas a las guerras para distraerlos con composiciones poéticas que, por tener suficientes conocimientos culturales, escribían ellos mismos. según algunos autores iban a caballo y armados (como dice el señor Michelis de Vasconcelos), y estaban dispuestos siempre a entrar en combate; pero otros autores afirman que no participaban en las batallas y no poseían armas (sólo distraían al rey antes de entrar en combate).

La condición no tan baja del segrer (perteneciente a las clases inferiores de la nobleza) era la que los separaba socialmente de los juglares y juglaresas (también hubo mujeres juglares) y muchos segreres servían de pajes en las cortes reales y señoriales y no consentían que se les confundiese con los simples juglares y juglaresas. Así, el rey Alfonso X el Sabio instruyó a Pero de Ambroa para que se publique que al villano que se hace pasar por segrer no se le deben dar bienes, regalos o dineros por engañar haciéndose pasar por compositores de poesía. Pero a pesar de ello, los segreres también tenían costumbres juglarescas y eran bebedores, tahures, pendencieros y aficicionados a las mujeres de baja estofa. Muchos se confundían por eso con los juglares y juglaresas y hasta algunos de ellos se consideraban parte de las juglaría cuya única condición que les imponía el trovador o trovadora (también hubo mujeres trovadores) que los contrataba era que cantaran bien (y no los igualaban a los juglares por dicha condición).

La diferencia entre juglar y segrer estribaba, principalmente, en que el segrer no cantaba sólo canciones ajenas sino que componía algunas poesías, por lo que además de juglares eran también trovadores.

Los segreres no tocaban cítola sino que sólo cantaban (otra diferencia con los juglares) pero algunas veces tocaban sin dejar por ello de aspirar a ser trovadores.

Se distinguían de los trovadores en que recibían dinero por sus canciones (los trovadores no) y se distinguían de los juglares en que pertenecían a una clase social superior a la de los villanos (la de los hidalgos escuderos) y que ejercían su profesión como oficio y no por pura causa accidental.

En resumen, del siglo X al siglo XV anduvieron por la Europa occidental, juglares, juglaresas, trovadores, trovadoras, troveros y segreres, poetas líricos todos ellos; pero los segreres no eran juglares ni trovadores o troveros sino una clase intermedia; ni tampoco eran goliardos (clérigos y estudiantes vagabundos que componían en latín con buen oficio) ni mucho menos eran cazurros (hombres faltos de buen gusto que hacían versos sin argumento y que por las calles y plazas los recitaban vilmente sin ninguna regla a seguir, ganándose la vida de una manera deshonesta y vergonzante). Los segreres tenían, por tanto, su propia identidad.

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