Luna llena que comienza a decrecer. No hace una hora que la observaba desde la terraza. El silencio rodea la mayor parte de lugares hermosos de la tierra. Mirando la luna, sentía los miles de siglos que ha formado parte de nuestro devenir. Su mayor misterio reside en su sencillez, en esa redondez casi palpable, en su mirada virtual, donde cada uno imagina lo que quiere. Piaget comentaba, que hay una etapa en la que los niños, al caminar, se creen seguidos por la luna…Que imagen tan bella. Aquí la física se convierte en un juego y nos dice que la distancia de la Luna a la Tierra, nos hace sentir su dinamismo virtual.
En griego tiene un bellísimo nombre: saidé. En lengua vasca la luna se traduce por “Luz muerta o luz de los muetos”, pero con el sentido de una luz que no le es propia, que sugiere la evanescencia, que su blancura estática se asemeja al silencio total. Ya lo decía la canción:
“Quisiera ser tan alta o alto…como la Luná…¡ay,ay!
Como la Luná…
Un comentario sobre “Quisiera ser tan alto como la Luná…”
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La luna, amigo grekosay, siempre nos trae su sencilla presencia, esa redondez que de tan sencilla como es se hace inalcanzable pero que, a la par, es musa poética para quienes amamos la noche. Saidé. Bello nombre. También podríamos nombrar a la luna, por ejemplo, como Selene… y así, en el silencio de la noche, leo tu texto y me lleno de distancia para sentirme pálido compañero de la luz.