Hay hombres que son metáforas de su miedo,
videntes de deidades, apocalípticos dedudores
de una fe que siempre oculta la verdad.
es en la caridad, en la fusión del amor,
en la entrega, en el fulgor que nace del hombre bueno
donde todo ser encuentra a todos los vivientes.
Cristo no es un cuero desollado,
ni la taquilla abierta para llenar las arcas del creyente.
La gente, enardecida de sangre,
no ve la doliente verdad.
Otra vez le han humillado