Shakespiriana I

No torcerá su rumbo el noble acero,
ni cesará la intención primera.
¿Por qué tiemblo? Si en la certera
estocada le abatiera, solo fuera suficiente
tapar su boca y escapar entre la noche.
Funesto el destino de quienes vacilan.
No existe amparo ni de cielo ni de estrellas
y en la soledad todo es más amplio, vacío
y huele a eternidad.

5 comentarios sobre “Shakespiriana I”

  1. Temblamos cuando la eternidad se nos presenta como destino mortal sin más salida que el amparo de la soledad. Amig Greko, hay siempre un instante en el perímetro de la exist5encia en que temblamos bajo el silencio de las estrellas que nos anuncian lo imprevisible pero certero que es el final de nuestra vida.

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