Acabo de escribir un comentario a un compañero de Vorem…Me he queddo con “esas ganas de ampliar la idea”. Reflexionar sobre la muerte tiene un sentido profundamente terapéutico. La humanidad necesitó, en sus orígines, formalizar cierta sensación de trascendencia. No olvidemos que somos herederos, no sólo de la carga genética, sino de las “formar culturales arcaicas”. Para la cultura occidental, morir es un proceso que ya no ocupa un espacio de celebración. Nos extinguimos, como pudiera hacerlo una flor que se eca o un animal que muere. Desaparecemos en el mundo, pero no en la memoria de quienes estuvieron próximos. La vida es una inmensa búsqueda. El sentido más hermoso está “aquí”, porque el sueño de una esperanza en seguir permaneciendo…nos aleja de la realidad.
No podemos pensar en un sentido evolutivo que nos permite abandonar la “carcasa humana” y trascender a planos celestiales. La mente es capaz de crear universos y atravesar dimensiones, pero la unidad de cuerpo/mente es un inmenso don que, sólo en la existencia genera un profundo sentido. Tememos lo que en realidad desconocemos. La seguridad en los cielos, infiernos…es una cuestión moral. Recordemos las palabras del escritor francés:
“El infierno son los demás”
Mi referencia en la filosofía budista siempre me lleva a participar de un principio:
“Ser conscientes de la existencia es la causa primordial”. La reencarnación, como estrategia privilegiada, permanece en ese juego de entredichos que tanto gustan al Dalai Lama:
¿Para qué quiero saber quién fui si lo que necesito es ser quien soy, aquí y ahora?
Si nuestra naturaleza se identifica con un profundo deseo de infinito y “deviene”…dejémos que así sea, porque no podremos elegir. La vida nos llama, nos acapara, nos seduce. Temamos con la saludable certeza de estar utilizando la plenitud de la consciencia: el destino no pasa por la seguridad de ningún cielo.
2 comentarios sobre “Sobre el Morir”
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Concuerdo mucho contigo Grekosay, “el sentido más hermoso está aquí”, para morir es necesario estar vivo, pero solo los que viven dignamente pueden morir dignamente, al menos así lo creo y con ese pensamiento uno vive cada día que amanece. Así que me quedo con tus palabras para cerrar: ” ¿Para qué quiero saber quién fui si lo que necesito es ser quien soy, aquí y ahora?”. Saludos…
Totalmente de acuerdo con esa forma de ver el sentido de la vida… y de la muerte. Me quedo con eso de que el destino no pasa por la seguridad de ningún cielo. un abrazo Grekosay