Es época donde poder escuchar el silencio de los musgos. Los frutos rojos, los bosques descarnándose, los cambios tonales de un paisaje que todo lo alimenta. Flores que soportan el frío. Piedras húmedas. Murmullos de castañares dejando caer sus frutos sobre la hierba. La ciudad se adapta a un ritmo casi lento. Estos en medio de una filosofía de lo sencillo, de lo simple de la audacia por asumir que todo forma parte de la voluntad de lo indefinible.