SONETO DE VIDA

Adosada a mi piel he de llevarte,
cual eterno sayal adormecido,
en lo azul de los años, siempre vivos,
cantaré la canción que me donaste.

En la rada gestora que fundaste,
hecho anclas mi barca de poeta,
y tu greda eterna y selecta,
construyó mi corazón para adorarte.

Y brotando a la vida lunas plenas,
emergieron al aire los rosales
con columnas de sueños y gradades.

Con las manos tendidas y serenas,
en la recta infinita del camino,
te bendigo mujer, por ser mi vino.

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