Tantas cosas que nunca hicimos

El de ellos era un encuentro casi imposible.

El de ellos era un contacto casi imposible.
Sus manos atravesaron los puertos y llegaron a la orilla aquella en la que todo era de juguete, de minuciosa porcelana.
Llegó a la orilla y no supo quedarse, sino marchar; sin aún llegar.
La orilla, perfumada, íntegra, como esperándolo.
La orilla era ella.
Sus pasos, encendidos por el miedo y cautelosos; como llorando.
Su cuerpo el centro de una bóveda destinada a la perdición. Tesoros.

Sus cadenas sueltas.
Su contrato firmado.
Sus cadenas firmes y amarradas.
Su soledad acompañada.
Su paréntesis en suspenso.
Sus puntos suspensivos.
Sus noches ajenas.

Ajenas a las noches de ella.
Ella buscaba una canción.
Ella tejía lunas de perfumada nostalgia en su orilla.
Ella dibujaba gritos silenciosos, desórdenes del rosado.
Ella salpicaba imposibles.
Ella se fundía con aquel que no pudo ser.
Ella se vertía en la palabra y en lo probable.

Como aquella tierra lejana y perdida, tan lejana y remota como el sueño de un territorio inexistente, tan remota como la culpa, tan sedienta como quien necesita del fuego del desierto para sobrevivir, tan oscura como el reflejo del sol sobre el plateado de la luna en el silencio, tan remota como la simulación del encuentro, tan efímera, tan quimérica y tan sólida como la verdad inexorable y el testigo incuestionable de un juicio a muerte, feroz.
Tan feroz como la fiera, tan exótica como la carne, tan vívida como el recuerdo, tan dulce como una acuarela, tan hermosa como la palabra, tan incuestionable como la voz, tan real como la niebla, tan rojo como el pecado de no se(hace)rlo, tan nosotros como los que no éramos, tan aquellos como inventados, tan ajenos como la noche, tan unidos como la soledad, tan suave como el susurro, tan especial como la mentira, tan verdad como la incertidumbre, tan inagotable como los besos, tan grácil como sus ojos, tan perfecto como el milagro, tan remoto como el ensueño de soñar, tan ambicioso como el existir, tan triste como la existencia, tan existente como el deseo, tan deseable como perfecto, tantos ojos y tantos juegos de ojos, tantas miradas. Tantos animales dorados, tanto oro entre murmullos, tanto viento azotando lo que nunca podría volarse, tanto mundo encima, tanta tierra debajo, tanto silencio puesto en palabras, tantas palabras rotas, tanta tierra en la mirada, tanto vuelo entre puertos de llegada, tanta carne sin ser sin des-hacerse, tantas señales truncas, tantas partidas sin juicio, tantas risas rosadas, tantas cosas que nunca hicimos.

3 comentarios sobre “Tantas cosas que nunca hicimos”

  1. !Que profundo y qué fuerte, Celeste!. !Es una enorme alegría para mi verte de nuevo en Vorem y has llegado con fuerza poética… con mucha fuerza…!. Voy a leer tu textos unas cu+antas veces más. Un besote, linda.

  2. Me encanta tu manera tan profunda de llegar tan adentro, me hiciste llorar, tus plabras bien colocadas en el momento justo y con el sentimiento tan a flor de piel, quizás porque defines perfectamente mi situación de ahora es por lo que me hiciste llorar… ” tantas cosas que nunca hicimos”.

    Gracias por escribir así. Un abrazo y un beso.

    Elbereth

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