Tristeza taciturna

Caminaba con la mirada en el suelo y las manos en las bolsas de su pantalón. Estaba cansado de ser quien era. Solitario y oscuro, misterioso y triste o quizá melancólico. Nadie le preguntaba nada sobre la pesadumbre que siempre lo acogía. “Hay mucho dolor en su pecho”, decían las personas entre murmullos al verlo pasar. Un hoyo sentía en su pecho, un vacío, un frío. Pocos han visto su mirada que ahora es hueca.
Simplemente no quería nada más de ésta vida, con su paso lento avanzaba todas las tardes a la hora del ocaso. Quería morir. Morir junto con el sol, partir con el día. Unirse con la soledad nocturna. Vecinos decían que taciturno, por las noches, le escuchaban llorar por las calles. La soledad y algo escondido en el, no lo dejaban dormir. Frustración.

Una vez una mujer anciana se le acercó, rompiendo el muro de silencio que él interponía
— ¿Qué te aflige tanto?
— La destrucción y el dolor que causo a quien se me acerca— Solo respondió él.
Se alejó a los límites del pueblo. Solo quería estar solo. Esa fue la última vez que le escucharon hablar.
Los días pasaron. Su vida era gris. Hasta que un día, caminando solo, en un atardecer cayó fulminado al suelo por la tristeza y el pesar. Al llegar a él la gente del pueblo, solo vieron que de sus ojos cristalizados, caían lágrimas.

7 comentarios sobre “Tristeza taciturna”

  1. Realmente tu historia es posible. Siempre he tratado de encontrar por qué nos sentimos atraídos por estas historias. Recuerdo un precioso cuento, “El hombecillo vestido de Gris”. Esas lágrimas finales son perfectas. Creo suponer que más allá de sus lágrimas pudieron brotar, de la tierra húmeda, dos hermosas flores, símbolos de su profunda grandeza. Un saludo.

  2. La tristeza, la muerte y el amor son sentimientos que siempre han movido a los hombres a las letras. Cierto, creo q las dos flores hubieran sido, una profunda reconciliación de la tierra con él.

  3. Círculo peligroso el de la tristeza, la desesperanza y la soledad, peligroso por doloroso y por presente en nuestro mundo, desoladora historia, quizás si esas la´grimas hubiesen caído antes…, un abrazo

  4. Qué miedo da ser gris. Yo lo fuí en un momento de mi vida. Gracias a que los colores y brillos volvieron de nuevo a mí. Debemos pedir ayuda en ésos momentos, la tristeza acompañado de la soledad no son buenos compañeros de viaje. Un beso. Alaia

  5. Me ha gustado el texto, me recordó a algo que lei hace tiempo, no estoy seguro si en “Fausto” o en un relato de la recolpilación: “EL heresiarca y cia.”. Uno de los dos.
    En todo caso trataba de un asesino iluminado por algo que le atormentaba y acaba mueriendo solo en la nieve, mitad demonio, mitad santo.
    Un abrazo

  6. Si, yo también creo que puede pasar. Cuando el mundo se te derrumba a los pies, todo deja de importar. Ya no sabes si vives o mueres, no sabes si ir o venir.
    Es triste pero real. Muchas veces, no nos atrevemos a preguntar. Nos mantenemos a un margen pues quizás las palabras poco puedan hacer.

    Que lágrimas tan tristes, que lástima que los cristales de sus ojos no reflejaran la luz del sol que tanto necesitaba.

    Un beso Hacaria.

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