UN BOSQUE EN LA TARDE

Mis palabras se agotan: son levedades
de un viento que me anuncia adioses
no deseados.
Mis árboles amados, cuerpos de vida,
ajustan su verticalidad para ver nuevos
amaneceres.
Fui lírico, en esos días cuajados de verbo,
verbo en un presente de indicativo,
caminante a lo Don Antonio Machado;
hoy, valoro el pan y el silencio,
leo y presientos nuevos sueños,
callo y respiro el perfume de mil vidas.
Aquí, donde nace el Amor,
la eternidad del verso es árbol que crece.
Eterna presencia de pasados remotos,
constancia en la quietud,
elevación que saluda al nuevo día.

3 comentarios sobre “UN BOSQUE EN LA TARDE”

  1. Amigo Greko, sigues siendo tan buen escritor como siempre. Los tiempos pasados, como tú bien dices, son algo así como remotos. Para mi forma de ver la vida lo remoto es siempre los más cercano que tenemos de nosotros mismos. Renacemos en el pensamiento cada día que vivimos. Por esos seguimos siendo tan jóvenes como cuando la lírica inundaba nuestros sueños. Algunos nos llaman ilusos de la vida cuando lo que somos es ilusionistas de la palabras. Hay un verbo que nunca muere. Se llama Vivir. Y yo añado Vivir en Plenitud.

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