Era demasiado increible que la palabra maricón pasara a ser un apelativo cariñoso, con sentido y consensuado. Le había dado un puntazo aquella mañana. Estaba cansado de estar alerta en el metro, de fijarse en los paquetes de sus compañeros de clase, de jugar a ser el silencio eterno, para evitar sospechas. La idea estaba clara: ver de cerca ese mundo en el que se movían los chicos como él y abrir lo ojos a una realidad desconocida. Estaba nervioso. Abrió con miedo la puerta de la sauna y bajo las empinadas escaleras. Tocó un timbre y se sintió como el preso de la peli al que dejar salir a pasear. Pagó la entreda. Con una llave y un número localizo su taquilla y comenzó a desnudarse. Había personas a su alrededor. Unos miraban, otros se acercaban con disimulo y él…no levantaba los ojos del suelo.
Se puso en pelotas. Se quedó quieto. Escuchó el sonido de una cortina al moverse. Más miradas. Y ¿ahora qué?. Se colocó la toalla alrededor de la cintura y sacó un pitillo. Lo fumó con rapidez. Todo estaba en penumbra y el olor era intenso, acre, indeterminado. Se sentó para ver un video. y ¿ahora qué? Ya había conseguido alcanzar la casilla adecuada para oficializar su estatus de gay oficial. Estaba en ese mundo. se le acercó un tipo maduro y se le quedó mirando. Aquella sensación le recordaba a una peli que vio de niño, una de romanos con un César gordo y con papada. El tío se quitó la toalla. Todo el mar y sus ballenas apareceron entre el video y el asiento. Se levantó despacio. Volvió a fumarse un pitillo, y otro y otro. Lo mejor de todo es que sus sensaciones sexuales rozaban el más ridículo de los bajo ceros. La música no dejaba de sonar. Paseaban todos, uno detrás de otros, como en un ceremonial donde nadie existe sino en forma de toalla y ojos abiertos. De repente sintió un olor suave. Uno de los camareros se paseaba por la sauna con una varilla de sándalo encendida. Se movía como una caña al viento. Lo de Roma se quedaba corto ante la cutrez de la escena. Y ¿ahora qué? apagó el cigarrilo después de mear. Estaba aburrido. Volvió a quedarse desnudo y fue vistiendose despacio. Al menos había podido exhibirse un poquito. Salió, devolviendo la llave de la taquilla. El camarero del sándalo le sonrió mientras le preguntaba…¿Te lo has pasado bien cariño?.
2 comentarios sobre “Un lugar de ambiente”
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Saludos. Me ha llamado la atención tu “nik” (frutodelanada). Sabes…tiene mucho que ver con cierto estado de renuncia en la mística de algunas culturas. Por otro lado, tu texto es “valiente” y aperturista. Se aleja de cierta tónica emocional…y da paso a una visión diferente. Te felicito por tu capacidad de expresión y descripción y por el detalle de “profundizar en ciertos estratos, para muchos, desconocidos”. Gracias
Yo tampoco, hice nada jajaja