Un sacerdote diferente (por Olavi Skola y José Orero)

OLAVI SKOLA:

Algunas cosas que parecen resultado del azar, observándolas más de cerca se ve que detrás existe un plan milimétricamente diseñado. Los pasados años me habían llevado aun punto en el que estaba dispuesto a cometer cualquier locura. No tenía la menor esperanza en mis propias posibilidades ni en lo que los demás podían hacer por mí. Estaba tocando fondo, pero allí, en el fondo, había madurado una situación que me preparaba para lo que estaba por venir. No sabía entonces que existía un poder que podía darle a la locura una dirección y al sin sentido un propósito; alguien me estaba dirigiendo hacia el encuentro con una persona que iba a tener un papel fundamental en mi vida.

Él era un sacerdote sin la carrera de Teología, sin investidura, sin sotana, sin la oficialidad de un sacerdote. Este sacerdote lo era por un llamado de Dios; estaba lleno de su poder.

Un sacerdote llamado y preparado de esta manera era el que yo necesitaba, porque una persona endemoniada y rota por el pecado como yo, estaba fuera del alcance de la teología y la psicología.

Yo, sin saberlo, necesitaba un sacerdote. Mis problemas pertenecían al mundo espiritual. Necesitaba un sacerdote que tuviera la autoridad, el poder y la sabiduría de Dios. Sólo y únicamente aquello que fuera Divino podía llegar a esa área de mi vida gobernada por los demonios que estaban dando sus últimos coletazos.

Este hombre de Dios vivía en Suecia. Durante el día trabajaba en una fábrica de acero y por las tardes participaba en reuniones de evangelización en las que era usado por Dios.

Un día este sacerdote escuchó la voz de Dios que le decía “yo te envío a una ciudad que está en la costa porque voy a llevar un despertar espiritual”. El destino de los verdaderos sacerdotes elegidos por Dios, no lo decide la jerarquía eclesiástica; su lugar de servicio y trabajo lo decide Dios desde el Cielo.

Este sacerdote llegó a Pori un año antes que yo, totalmente convencido de ser enviado por Dios. Durante ese año que el predicador había estado en la iglesia, habían comenzado a suceder cosas; la iglesia que antes retumbaba de lo vacía que estaba ahora estaba llena. Había comenzado un despertar espiritual.

El pastor, junto con toda su familia trabajaba en la iglesia. La actividad de los jóvenes comenzó a salirse de los moldes establecidos. Ya no9 se organizaban noches de películas y merendolas, no, en primer lugar el antiguo almacén se preparó como centro de oración. Allí los jóvenes formaron un frente de batalla a favor de los jóvenes de la calle. Pero no solo se quedaron entre las cuatro paredes a orar, sino que salían a la calle a invitar a la gente a la reunión. El amor les llevó a orar y el orar les llevó a actuar.

Ese Libro de donde los jóvenes sacaban las instrucciones, promete que el trabajo en Dios no es en vano. En mi caso, rechazado por la gente y por mí mismo, pude comprobarlo muy pronto.

JOSÉ ORERO:

Mientras seguía dentro del laberinto infernal por las mañanas; todas las tardes me servían de liberación total y seguía siendo el mismo niño soñador y bohemio de siempre. Ahora ya tenía la salida cada vez más cerca. Un sacerdote diferente, en el barrio de Aluche, mientras yo residía en El Batán, seguía enseñándome el Camino. Era yo todavía un niño dentro de las filas del Cristianismo pero, al mismo tiempo me nombró, junto con mi esposa, líder para enseñar a los matrimonios. Y de nuevo surgieron, ahora dentro de mis propias filas, la envidía y los celos. Cuánto más trabajábamos por y para ellos, más envidias y celos surgían dentro de las filas del Cristianismo. El enemigo, totalmente derrotado, seguía haciendo necedades y seguía poniéndome trampas… pero, aunque segúia cayendo en alguna de ellas, ya mi voz era como el Canto General de Pablo Neruda, porque los inmigrantes comenzaron a llegar en un número todavía escaso pero cada vez más elevado. Aquel sacerdote cristiano se llamaba Wenceslao.

Logré seguir, por las mañanas, gritando !!!LIBERTAD!!! y aunque por las envidias y los celos mi princesa decidió que abanodásemos el liderazgo de los matgrimonios seguí enviando mensajes cristianos a través de la revista ICEA y siguieron atacándome la envidia, los celos y las tentaciones para adorar al dios Dinero y a la diosa Afrodita. !Jamás caí en dicha adoración aunqeu incluso algunos de los cristianos estaban deseando que lo hiciera.

Afuera, en las calles, los enemigos de Jesucristo estaban totalmente desconcertados y su despiste era cada vez mayor. No sabían quiénes éramos ella y yo. El humo de mis cigarrillos volvía a sorprenderles y a cdonfundirles y se enerdaron en las nieblas cuando supieron que yo no fumaba nunca. El camino de ellos se volvía cada vez más oscuro y el Camino de nosotros cada vez más claro. En nuestro propio barrio entraron los de las drogas. Seguían atacando y provocando neciamente. Siemnpre supe controlarme para no caer en ella y luché por salvar a los niños y niñas del barrio de aquellos indecentes “camellos” que guardaban sus alijos en los bares cercanos.
Mohamed se desesperaba e intentaba confundir a las personas del barrio enviando mensajeros intentando que creyeran que éramos nosotros y no él el que proveía de drogas a los “camellos” del barrio. !Jamás logró engañar a nadie!. El nuevo sacerdote cumplió su misión y yo cumplí la mía.

Un comentario sobre “Un sacerdote diferente (por Olavi Skola y José Orero)”

  1. Es triste que absolutamente en todos los ambitos exista la envidia y los celos, pero afortunadamente hay personas buenas, sin depender por ello su tipo de creencias. Me alegro que tu fe haya podido con tanta maldad y os deseo lo mejor, un beso amistoso

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