URBI ET ORBI

“¡URBI ET ORBI!”

– Soul Mate –

Las cosas pasan por algo, y así debe ser, tuve una gran amiga, y fue un gran amor, de pensamientos puros, transmitidos en letras vírgenes, ella lo sabía, no podía escribir para ella un poema, ella lo sabía, porque el poema era ella, alguna vez se lo dije: — Princesa, eres un poema hecho vida – ella sonrió…

Y lo que le decía eran solo palabras, palabras que nacían de su alma, de la mía, yo… yo solo fui la voz, solo fui las letras, traductor de sentimientos eso fui, y sentí, sentí lo que me pasaba, lo que nos pasaba, amor, solo amor, amor puro del más grande amor, yo comprendía eso, pues mi misión fue la de amar, y así fue, amé, amé con locura y vehemencia, y la amé, y aún ahora al escribir para ella, la amo…

La cuenta regresiva era ansiada, esperada con mucha emoción, pues debía llegar a ella algo que esperaba darle hace mucho, y llegó a su final, llegó la carta, junto con el día esperado, ese día que predije del cual me protegí, o quizás no, era el día de caer y seguir cayendo, ese día llegó, el día de caer desde lo más alto, lo más alto nunca conocido por la humanidad, porque fui yo a quien amó, y veo mi caída, y aún sigo cayendo, ¡Es increíble lo alto que me ha llevado…!

Y aún así, la amo; prometí no verla, prometí no hablarle, no escribirle, y así lo hago; si para su bien tengo que renunciar a ella, yo la amo y digo Amen.

Pero no renunciaré a mi pensamiento, el de amarla más…

No lo haré; yo, mi mente, mi corazón, seguirán fiel a mi Princesa Once y Seis…

Porque llevo su imagen impregnada en mi mente, porque sé que sonreirá como siempre le vi hacerlo, porque así perdurará en mi memoria, hasta el final…
Y sé que su tristeza será por mí, que algunos minutos los guardará para mí, porque ella está en mí.

Es verdad, ella es libre de elegir, y “Compos Sui” es mi frase pregonada, y yo decidí, ella…
No sé, o quizás si lo sepa, no quiero saber…
Quizás mi corazón la espera, mi mente la espera, quizás yo…
No lo sé.

Yo decidí por bien suyo, porque sabía donde me había metido, sabía lo que iba a pasar, decidí, y ella…
No sé, y yo no quiero saber.

Y ahora, siguiendo fiel a mi conciencia, les contaré el final de esta historia, del gran amor que tuve y que es…
Mi final, el que vive en mi mente…

La Princesa Once y Seis…

Estaba entre dudas y amores, la vi en las cartas, la vi, habían tres amores, al primero lo marcaba un gran amor, puro, inocente, pero que estaba lejos, muy lejos…
Ese, era yo; a otro lo marcaba la rutina, discusiones, un amor que ya tenía, y que estaba a su lado; Había otra carta más, y marcaba a un hombre de bienes, eso veía, pero…
La carta que la representaba a ella, siempre estaba al lado del mío, su amor, su corazón, sus pensamientos, siempre eran para mí, eso veía en las cartas, siempre los dos juntos, después de todo, era más el amor que sentíamos…

La duda no fue mía, y nos separamos, y sé que fue para su bien, era lo mejor, al menos eso fue lo que pensé y pasaron las horas, los días, meses, años…

Pensaba en ella, como siempre, como nunca amé, siempre más; y la vi, allí estaba, vi sus ojos, y esas manos tan bellas, que antes, solo me tocaban de lejos, y esa sonrisa, vi esa sonrisa que… que siempre me enloquecía de ternura.

La vi, allí estaba que me decía:

–¡Ya decidí, ya lo hice…! —

Se me acercó, la vida se iluminó, y sentí su abrazo, fuerte abrazo, junto a mí y yo recordaba sus palabras antes pronunciadas, muy claro como si fuese ayer que decía:

–No me dejes, no te vayas… —

Recordaba esas palabras y más cosas de ella, que en realidad no había olvidado, porque estaban allí, conmigo, mi Princesa Once y Seis…

Fue como un sueño, un sueño real, y la besé, y ella me besó, y no dejé de amarla, como siempre la amé, siempre más…

Ya han pasado años desde que mis ojos la recibieron con inmensa alegría, y todo el recuerdo del pasado, brilla en mi mente, como si ayer, como si solo ayer hubiera pasado, y aún ahora como alma en mis pupilas, llevo su nombre grabado en mi interior, mi corazón, porque ella, después de años, sigue a mi lado…

Puedo sentir el amor que tuve por ella, porque la veo frente a mi, la veo; y me casé con ella, y fue su decisión, y también la mía, ella dejó todo atrás, todo lo que tenía, y a su familia también.

Pero es feliz, como lo soy yo, fue el anhelo de dos locos soñadores, que creyeron en el amor, y ahora yacen felices y con dos hijos, uno se llama Sebastian, y la niña como su madre, como mi esposa.

Sé que la vida es dura, y sé que nos amamos y esa es nuestra fuerza, y seguimos adelante, cumplimos sueños, sueños que quizá otros no hubieran logrado, el de unir nuestras almas que se añoraban, quizás inconscientemente, quizás, pero lo logramos, y somos cuatro ahora, dos niños que tenemos, que son unos pequeñines muy geniales, mi gran amor que fue mi gran amiga, La Princesa Once y Seis…

Ahora sé que el final de mis días, es la nueva cuenta regresiva, pero sigo amando y la amo y soy el que más le ha amado, ella lo sabe, ella es La Princesa Once y Seis… y yo, yo soy el que más le ama, y el que, dondequiera que sea mi futuro, siempre musitaré en su conciencia: –¿Te dije que te amo?, ¿lo sabes verdad? Te amo, siempre más, siempre…

Autor: Lucevan Vagh Owen Berg

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