Deja que barra yu anclada barca,
marinera de corazón acongojado,
y que aparte la pesadumbre cierta
de tu místico anhelo golpeado.
Deja que se haga olvido tu tristeza
y quede tu doloor en la bahía anclado
para llenarte de la materia inmensa
de todo lo que Dios por ti ha creado.
Deja que se muera, poco a poco, tu herida
como grito de la Cruz ya desclavado
y que el sueño yacente de tu memoria
aparte para siempre el sentido de pecado.