Yo la llamo Sensación.

Esta noche estoy escribiendo una extraña palabra. Yo la llamo Sensación. Pero no sé cuáles son sus coordenadas ni sus dimensiones, ni tan siquiera sus límites. Porque he olvidado las operaciones algebraicas y los apotegmas de las síntesis nucleícas. Yo la llamo Sensación pero no sé dónde ubicarla en este espacio de mis páginas sueltas que configuran mi Diario íntimo y mi única expresión posible. No sé por qué esta noche estoy escribiendo una extraña palabra que no sé qué medidas tiene en este pequeño universo de mi habitación/conciencia porque he olvidado las ciencias nemotécnicas de los sistemas con los que hallar números primos, números enteros o fracciones de números.

Yo la llamo Sensación pero es, para mí, tan extraña palabra como los verbos irregulares o los regulares y la diferencia que hay entre ellos, los teoremas de las pirámides y los cilindros silábicos. Sí. Contiene sus propias sílabas, pero para mí me es imposible descifrar este jeroglífico y no voy a descifrarlo jamás. No soy Pitágoras dibujando hipotenusas mentales dentro de mi memoria, ni tan siquiera soy un filósofo de las ecuaciones simples o compuestas. Sólo soy un ser humano escribiendo, esta noche, una extraña palabra. Yo la llamo Sensación pero no sé de dónde proviene ni hacia qué lugar se dirige su estela y estoy tan cansado ya que me quedo durmiendo en el interior de mis expresiones.

Yo no sé si al despertar habrá amanecido o sólo estaré viviendo en un nuevo perímetro de madrugada o si el sol estará más alto que ayer o habrá bajado la temperatura en las grandes ciudades. Sólo sé que estoy durmiendo mientras escribo una extraña palabra que yo llamo Sensación para darle un nombre concebido en mi pensamiento. Más allá no sé nada. Más acá tampoco. No me importa. Escribo esta extraña palabra para poder vivir… durmiendo…

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