Yo no busco nada…

Yo ya no busco nada…
pues tengo la vida amada
como vuelo de gorrión.
Vuelo en un avión
en la oscura madrugada.

Quizás quieras llevar razón
más lo mío sólo es un corazón
que nunca se emborracha
para olvidar la mala racha
en las botellas de ron.

Más allá de mis poemas
sólo exite lo que quemas
en alguna ocasión.
Pero lo mío es olvido
sin caer en la estación.

No importa si es invierno
o si el otoño ha llegado.
No busco jamás un infierno
para lograr lo soñado
bajo la luz de un farol.

Debajo de este sol
que alumbra a mis canciones
no son las bajas pasiones
prisiones por conocer.
Yo siempre tendré que ser
el que mira las cometas
de los niños en las fiestas
y algún que otro querer.

Y me refiero a princesas
que dejaron sobre las mesas
corazones con silencio.
Ese es solo el precio
que puse a sus promesas.
Un poco de fiel aprecio
y un marcharme con las manos
vacías pero repletas
de palabras recompuestas
entre versos solo humanos.

Algo de Dios entre rimas
pero no canto en tarimas
como el célebre cantautor.
Yo sólo soy un autor
de canciones de marismas,
campos sedientos de ser,
algo más que un parecer
como hacen los que aspiran
a ver cómo sus versos riman
para al pueblo enloquecer.

Lo mío es sólo viaje
sin llevar nunca el traje
de la traición como vida.
Que todo aquel que envida
a los juegos amorosos
terminan siempre morosos
en la proxima versión.
No importa si es invierno
o ya el otoño llegó.
Nunca le canto al infierno
sino al Dios que me creó.

En las esquinas oscuras
me he cruzado con los curas
echando la bendición.
Pero no tengo yo las premuras
del pintor que se ensalzó
con acuarelas oscuras
buscando la ovación
y el aplauso de las gentes.
Yo soy de los ponientes
del altamares silenciosos
que pinto con ingredientes
sin tener que ser preciosos
los versos que voy desgranando
mientras me voy alejando
hacia otro lugar más allá.

Más allá de la mentira
existe un Dios que me mira.

Quizás la razón no exista
en esto de la conquista
de ser poeta del pueblo…
pero sigo siendo artista
que cada día renuevo
la búsqueda infinita
de cantar siempre algo nuevo.

Yo nada busco en las flores
más que aspirar sus olores
para vivir con pasión
el verso de mis amores
para un sólo corazón.
Mediodía en la estación.

Un vendedor ambulante
pasa de mí adelante
con su inmunda mercancía.
Prefiero coger el tranvía
y alejarme cuanto antes.
No. No busco nada en los estantes
de las bibliotecas ambulantes.
Yo soy de los que aman
solo unos instantes
la luz de este claro día.

Y al llegar la noche nueva
mi poesía renueva
una canción para ti.
Yo soy solamente un sí
y ese sí ya lo he dado
a quien ama junto a mi lado
el calor del frenesí.

Y desbocado y sediento
yo soy como es el viento:
un ligero pasar en silencio
que nunca le pone precio
a un placer del momento.

No me interesa el vestigio
donde se pierde el prestigio
por querer ser más despierto.
Duermo con mi dulce sueño
del cual sólo soy dueño
que canta con tierno acento.
No siento, y lo siento,
otra poesía distinta;
que lo mío nunca es tinta
que de mano en mano mancha.
Lo mío es la pura y ancha
llanura de este desierto
donde vivo en las dunas
de tu verbo, y presiento
cómo transformas las lunas
para ser mi pensamiento.

No busco ningún asiento
en las academias del arte
porque solo soy una parte
de tu sueño y de mi acento.
Por eso yo, como el viento,
paso ligero adelante
y voy dejando mis voces
para que tú solo goces
pues no busco más movimiento
de cuerpo extraño en mi alma.
Yo sólo soy esa calma
que a las horas desconcierto
y las convierto en olas
para ofrecerte el concierto
de mis felices auroras
nacidas en este intento
de ser siempre ese aliento
que te acompoña en las horas
del dulce y fiel sentimiento.

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