Desde que la vi por primera vez, quedé prendado de su sonrisa. Todo empezó cuando me mudé de apartamento. Aquella primera noche me asomé al balcón para observar el panorama que se divisaba desde mi nueva vivienda y justo enfrente, en otro edificio y al mismo nivel, pude ver su rostro iluminado por la tenue luz de una lámpara. Era sereno, dulce y de sonrisa insinuante. Sus ojos parecían dirigirme una llamada insistente. Mantuve la mirada haciéndole un pulso, en lo que me pareció una eternidad. Me sentí empequeñecido, turbado por su fuerza. Aparté la vista y me di por vencido en la pugna que sostuvimos por no ceder el primero.
Desde esa noche acudía a diario a la cita y cuando se encendía la luz de la alcoba, de mi vecina de enfrente, volvía a la carga. Siempre ganaba ella.
Empezó a obsesionarme un detalle que al principio me pasó inadvertido; la inclinación de su cabeza hacia un lado le restaba majestuosidad. Debía corregir ese pormenor, estaba firmemente decidido.
Archivo por días: 3 febrero, 2006
Beso… Abrazo… y Deseo…
Beso, es lo que es después de un deseo, un sueño, que termina por hacerte sentir por dentro, y que hace bello lo que está frente a tus ojos…
Abrazo, es aquello que ansio, que termino por soñar cuando caigo, en la cama agotado, es lo que deseo encontrarme cuando me levanto, unos brazos que me rodeen y me mimen justo cuando abro los ojos…
Deseo, es lo que hay después de no tener ese beso, y cuando, tu corazón se vuelve loco por obtenerlo, y al no ver los ojos que deberían ser bellos, y que te dan ese beso, termina por latir sin sonido en tu pecho…
Pues no estoy de acuerdo
Me defino como un ser desconocido, incluso para mi mismo. Mi lengua se traba, y tal vez sea porque mi cabeza piensa demasiado rápido y se carga, o tal vez sea porque mi nivel de torpeza sea inmenso que apenas acierto a decir nada.
Piensas, escribes, y la letra te define, tal vez no sea el mejor escritor del mundo, tampoco pretendo serlo, pero con esto intento descargar como pienso… aunque esto no es un camino en un sólo sentido, sino en una dirección, donde vosotros también podeis comunicaros conmigo, y decir pues no estoy de acuerdo.
A MIS HIJAS
LA JUBILACIÓN DE MATÍAS
El dormitorio de Matías se asemeja al de un hospital; paredes blancas, cama con mecanismo regulable, crucifijo en la cabecera y los demás complementos: botella de oxígeno con mascarilla incorporada y sonda conectada a una bolsa de plástico para facilitar la evacuación de líquidos. Matías, recién jubilado y ex-administrativo de banca, llegó a esta situación después de toda una vida de fumar cigarrillos a una media de dos cajetillas diarias. Eso y la constante exposición durante su horario laboral al aire acondicionado. Terminó por desarrollar una bronquitis asmática crónica y por si fuera poco; comenzó a tener problemas con su próstata.
Matías se juró siempre a sí mismo que cuando llegara el día de su cese como empleado, jamás caería tan bajo como para pasarse las horas muertas jugando a ese odioso juego de bolas: la Petanca.
Cada vez que pasaba por la pequeña cancha que se encontraba frente a su domicilio, veía con disgusto a aquellos seres sin otra motivación que gastar su tiempo absurdamente tirando bolas y diciendo frases hechas , frases de argot que le resultaban tan carentes de ingenio y originalidad.
ANTES MUERTO QUE MATADO.
Los ciudadanos estamos desconcertados con la actitud de la policía. Estamos empezando a cansarnos de situaciones surrealistas cuando acudimos a denunciar un delito de amenazas o agresión verbal o física.
Normalmente comienzan a desanimarte nada más poner en su conocimiento que nos sentimos amenazados por algún individuo con el que tenemos problemas; ya sea vecino, compañero de trabajo o, incluso, familiar. Hacen lo posible por convencernos de que si denunciamos al agresor, no conseguiremos nada ya que no hay pruebas de lo que acusamos; sangre, por ejemplo. “Si no hay sangre, nosotros no podemos intervenir. Es su palabra contra la del otro”, suelen argumentar, a lo que nosotros como respuesta contestamos la mayoría de las veces: “¿Entonces que tenemos que hacer, esperar a que nos apuñalen o nos peguen un tiro para que así ustedes puedan intervenir? “.
¡QUE LE APROVECHE!
Apenas se apea Carlos de la motocicleta, en la puerta de la pizzería, cuando el encargado de repartos a domicilio se dirige hacia él con una entrega más.
— ¡Vaya nochecita!—dice el joven resoplando—, les ha entrado el hambre a todos a la misma hora.
—Venga, date prisa que estas llevan más de quince minutos de retraso y ya conoces la política de la empresa…—advierte el encargado mientras deposita dos cajas sobre la urna del portaequipajes de la motocicleta.
— Sí, sí, ya me conozco de sobras el rollo ese de: “si la entrega se retrasa treinta minutos, no le cobramos”. Pero no cuentan con el riesgo que eso representa para los que hacemos el reparto. —Carlos, sin apearse aún de la máquina, se queja de ese absurdo sistema—Tranquilo, quedan quince minutos de tiempo y esta dirección está a menos de seis de aquí.
— No te pases Carlos, que te la juegas.