Porque mi alma quedó flotando entre tus palabras,
ausente de todo y presente en el dolor; angustia
en el gozo.
Llamo a tu puerta y te has ído,
nada queda de tu presencia ante mis ojos,
y el dolor te llama, porque el sosiego insiste,
porque si te amé, me amaste, en una unidad perpétua.
Mis horas son el dolor de tus pisadas,
los ecos desdoblados de tu llegar y tu partida.
No se desgarra el corazón porque sigo amando
y una cinta dorada amarra tus recuerdos con mis latidos.
Como si te mirara, no dejo de sentirte
y esto me estremece: no estás.
Alma transformada en rosa sin pétalos,
perfumando la soledad de todo y el tiempo,
abrazando el sueño del adiós,
porque sin ti la noche me reclama.
Archivo por días: 6 junio, 2006
“Yo” soy el centro del universo.
La cultura, como un factor social conformador de la personalidad, parece estar actuando, de un modo intenso sobre la inflación del “Yo”. Un consumo basado en la negación del equilibrio, el situarse en el extremo de todo principio, la negación paulatina de los “Demás”, como axioma central de la existencia…nos cre la paradoja de un mundo de “Yoes”.
Si optamos por incrementar nuestro sentido egótico descubrimos que, con los transtornos nerviosos de la alimentación, penetramos en el umbral de un sentido extremo y riguroso del Yo.
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El cuaderno rojo
Cada vez que daba un paseo se sentia como si se dejara a si mismo atrás, y entregándose al movimiento de las calles, reduciéndose a un ojo que ve, lograba escapar a la obligación de pensar. Y eso, más que nada, le daba cierta paz, un saludable vacío interior. El mundo estaba fuera de él, a su alrededor, delante de él, y la velocidad a la que caminaba la hacía imposible fijar su atención en inguna cosa por mucho tiempo. El movimiento era lo esencial, el acto de poner un pie delante del otro y permitirse seguir el rumbo de su propio cuerpo. Mientras vagaba sin propósito, todos los lugares se volvían iguales, y daba igual donde estuviese. En sus mejores paseos conseguía sentir que no estaba en ningún sitio.”
A ti
El túnel
He perdido la noción del tiempo.
Luego del impresionante derrumbe que sufrimos en esta mina de carbón, el tiempo ha pasado de forma incierta, de la misma manera en que suele parecernos mientras estamos soñando.
Pero de algo estoy totalmente convencido y es que soy el único sobreviviente de todo este desastre, ya que puedo ver como a metros de donde yo me encuentro todos mis compañeros, que hasta hace unos minutos bromeaban conmigo, quedaron sepultados bajo una montaña de piedras.
Hace más de treinta años que soy minero y se que me encuentro en una situación demasiado comprometida. No tengo muchas esperanzas de que puedan rescatarme, debido a la magnitud del desprendimiento de rocas que obstruye la salida. El oxígeno escasea y sin agua ni alimentos mucho no podré sobrevivir. Lo único que me queda por hacer, es sacudir el pico contra esa pared de piedra que hoy se encuentra más sólida que nunca.
Crepúsculo de soles.
Hemos nacido tú y yo para el crepúsculo
de la tarde uniéndonos las manos
mientras el azul nocturno nos emborracha
de estrellas ponientes llenas de palabras.
¿Qué dirán las ajardinadas estatuas del parterre
cuando dejemos las huellas de nuestras bocas
en el andén de este crepúsculo de soles?.
Mientras descifro cuál será la vida
siempre te recordaré asomada al galope
de este crepúsculo que me cegó de amor
y alguien me encontrará mañana
todavía tratando de encontrarte
en el recóndito concierto de las manos.
Para sentirte
Me adentro en la espesura del deseo
cuando la fulgurante llama de lo intenso
busca un verso denso de ternura
con el que hacer un poco de lo inmenso
en el loco ejercicio de la Nada.
Para sentirte… sentirte acompañada
por lo etéreo, lo confuso, lo perverso
de esta silenciosa voz callada.
Y que el verbo se empape de premura
en el fondo callado de la almohada.