Bajo la noche.

En este llano bosque de entre las hileras bendígame tus manos bañadas del rocío de tu alma, que hasta el sol quisiera yo ir con jilgueros a mis pies. Y que en esta simple y ardua vida mía, baste el amor de tus ojos para vencerme así en la tierra de los mil lares.

Bendígame alaridos de placer bajo la sombra de la noche y que más allá de tus cabellos mil estrellas aguarden al silencio.

A la retirada del fuego y de las velas, susurraré que te quiero.

Alteración de un Final.

Su rostro denota tal grado de indiferencia, que los guerreros tiemblan. Dudan de su propio poder. Sólo algunos avanzan. Portan infinidad de armas, pero nadie lleva una parecida a la de él. Una inmensa espada, envainada en su espalda. Y un aura extraña envuelve la mano izquierda. Se lanza al combate, avanza a una velocidad brutal, mientras desenvaina la mortífera arma. Los escudos caen, junto con las armas. Los humanos pierden el control y huyen. Pocos mantienen la calma. Los espartanos de la Antigua Grecia se mantienen en su formación, y junto a ellos se mantienen pequeños grupos humanos. Las demás razas se mantienen, aunque inquietas. Los Enanos mantienen su forma triangular de ataque, mientras que los Elfos preparan sus arcos. Pero él se detiene. Ha comprobado lo que quería. Ha visto quienes merecen respeto. Las razas no humanas desaparecen en un suspiro. Ellos ya saben lo que han ganado. Los humanos se descartan, excepto unos pocos. Hace una reverencia, y se gira. Una lanza se dirige hacia él, pero la detiene con la inmensa espada, rompiéndola en dos. Vuelve el rostro hacia ellos, y sonríe. Sigue Leyendo...

El baúl que llamamos niñez

Es algo nostálgico recordar aquella infancia fantasiosa, alegre, de sueños e imaginación poderosa. Viajes al espacio, travesías a miles de km. Bajo el océano, aventuras, en islas escondidas o tierras fantásticas, míticos personajes otros cómicos y otros un poco más temibles, escondites secretos, el gato y el ratón, cuentos en tardes lluviosas, chocolates antes del almuerzo, batallando con tus padres mientras ven noticias, para cambiar a ver fábulas, esos diciembres con sorpresas en las navidades, tardes de sol y sonrisas al viento mientras con los amigos de barrio persigues la bola para anotar un gol, las caídas con sangre en las rodillas, el triunfo de dominar la bicicleta y andar sobre los charcos, o quizá pidiendo un vaso de agua en alguna casa. Sigue Leyendo...

Algo en la oscuridad

Es hora de dormir, bueno… es mí hora de dormir, las 2:45am ó 3:00am, qué importancia tiene ahora. Un miedo a la hora de dormir me ha estado acechando y hoy estoy en un lugar donde creo que no debo estar.
Es extraño, ¡muy extraño!, el viento sopla y hace revolotear unas hojas secas sobre el techo, los árboles crujen y un frío sube por mi espina dorsal. ¡Abro los ojos!, me aferro a mis cobijas. Sé que estoy en mi cama, lo sé muy bien. Sé que no es un sueño, ¡lo sé muy bien!.
Miro a mi alrededor y mi cuarto parece más oscuro de lo normal, parece más profundo… más ancho, ¡es inmenso!, no logro ver nada. Por un momento siento que no estoy solo, que alguien me está observando y de nuevo una corriente de frío escala mi espalda, toda mi piel se estremece, ésta vez me rasco los ojos y hago otro esfuerzo por ver más allá pero es inútil. Siento como si estuviera en un lugar donde no debo estar. Sigue Leyendo...

Afrentas Ajenas

Han estallado los diques de contención.

A veces cuando menos motivo existe, o peor sin querer saber el verdadero motivo.Las cosas estallan en mil puñales, muchas veces en el momento equivocado.

A veces no nos paramos en calibrar la intensidad de las afrentas que los demás nos inflilngen, y las sobredimensioneamos, con el cumulo de cosas guardadas.
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Vertemos todas nuestras carencias y enfados, en el problema mas cercano, y le adjudicamos la culpa de todos nuestros males. sin pararse a pensar en los motivos que esa otra persona pueda estar padeciendo Sigue Leyendo...

Oyemente

Hay momentos en los que la mente se evade de la realidad, donde los pensamientos vuelan allá donde la imaginación es el resguardo y descanso a la calma. Desconectar los oídos y no oír más que silencio que mantenga alejado a todo ruido no bien allegado, sin voces, sin gritos, sin ecos. Tan solo silencio y escuchar simplemente la carcajada de un niño, que devuelva el placer del sentido que da estar oyendo, cuando no se quiere oír.